Qué tristeza es percibir el abandono en que se encuentran inmersos nuestros tesoros arqueológicos, históricos y culturales, que son parte de la esencia de nuestra existencia como país, aunado a que representan la envidia de muchos; sin embargo, para otros no son más que cosas viejas y sin valor alguno.
Tristeza profunda y fundada, porque con el crecimiento económico que goza nuestro país, no hay razón alguna para que nuestros tesoros se encuentren en un estado de abandono indefinido.
Qué falta nos hace hoy la Dra. Reina Torres de Araúz, mujer que luchó por conservar lo nuestro. Si despertara de su sueño eterno y viera el abandono en que se encuentran nuestros tesoros, estoy seguro de que se devolvería a su tumba.
Nos gusta hablar mucho del alto nivel turístico que goza nuestro Panamá y decir que somos un país rico en atractivos turísticos, quetenemos los tesoros de Portobelo, los tesoros de Natá de Los Caballeros, los tesoros de Panamá La Vieja, los tesoros del Casco Antiguo, los tesoros del Caño, en Coclé, etc.
Cómo podemos decir que explotamos el turismo, si por un lado es claro el abandono de nuestros tesoros. Basta con recordar la falta de cuidados que tiene la otrora imponente Audiencia de Portobelo, el peligro de desplomarse el Puente del Rey, las ruinas de Panamá La Vieja, la destrucción del Hotel Central del Casco Antiguo y un sinnúmero de tesoros que se encuentran en idéntica y deplorable situación.
Me pregunto, ¿hasta cuándo tanta dejadez de parte de las autoridades? Pareciera que con tamaño abandono en que se encuentran nuestros tesoros y la falta de acción en resolver estos problemas, tendremos que esperar a que se destruyan o desaparezcan y así quitarles a las autoridades un peso de encima: el peso de la historia de nuestra patria.
La falta de celo en el manejo adecuado de los monumentos históricos por parte de las autoridades, no expresa otra cosa que una mayúscula incultura o una incalculable mediocridad o, lo que sería peor, las dos cosas. Cualquier plan de desarrollo turístico que ignore o que no contemple una atención adecuada de nuestros tesoros históricos no pasa de ser mera demagogia, y como tal, un dañino químico para la conservación de aquellos. De más está recordarles a las autoridades de nuestro país: "que el pueblo que olvida su historia, es como el hombre que no tiene memoria".
