Ante todo, debemos diferenciar entre las actividades extracurriculares formales y las informales. Cuando pensamos en la palabra extracurricular, nos vienen a la mente las clases o situaciones formales que implican la inscripción del niño o joven y usualmente el pago de una cuota. Sin embargo, no debemos olvidar que también se consideran como actividades extracurriculares aquellas no formales, como jugar con los compañeros en el parque, pasar tiempo con la computadora, etc.
Estas actividades extracurriculares libres son de igual importancia que las formales. Muchas veces nuestros hijos están tan enredados cumpliendo con obligaciones formales fuera de la escuela, que poco tiempo les damos para disfrutar de la libertad de hacer lo que ellos desean hacer; en otras palabras, de tiempo verdaderamente libre. Las actividades extracurriculares formales se deben realizar de manera limitada y sin atosigar al niño de responsabilidades.
Expuesto lo anterior, exploremos estas actividades extracurriculares formales. Es importante hacer una selección cuidadosa sobre cuál será la (s) actividad (es) en la (s) que participará su hijo pues, como hemos expresado, el tiempo de los niños es limitado (¡y también nuestros bolsillos!). La propia selección depende de variables como:
1- Su personalidad. Un niño con mucha energía se beneficiará de una clase donde pueda agotarla. No tiene mucho sentido inscribir a un niño hiper en una clase que requiere de atención y tranquilidad, como pintura.
2- Sus necesidades. Tal vez su hijo tenga un área donde muestra una debilidad que puede mejorarse con una clase extracurricular. Por ejemplo, mi mamá me inscribió de niña en clases de órgano porque no tenía buen oído; las clases definitivamente sirvieron para mejorarlo.
Tal vez el área donde usualmente se adscribe una necesidad es la académica, cuando los padres inscriben a sus hijos en clases particulares con docentes. A veces estas clases son necesarias, pero trate de evitarlas si no existe un problema real; los niños necesitan exponerse a actividades disímiles a lo que hacen en la escuela todos los días.
3- Su talento. Muchos padres inscriben a su hijo en una clase extracurricular porque ven un talento específico que se puede desarrollar. Un niño con inclinaciones artísticas puede beneficiarse muchísimo de clases de pintura, escultura, etc.
4- El mero gusto. Es tomar una clase porque nos gusta, y no porque estamos desarrollando un talento específico. Lamentablemente, muchos profesores de clases extracurriculares consienten a los niños talentosos a expensas de los menos, lo que les quita a estos últimos el gusto por la actividad. Yo por años estuve en clases de danza donde pasé muchas frustraciones, aunque me encantaba bailar. Mis maestras solo ponían atención a las chicas con talento e ignoraban al resto del pueblo, olvidando que las menos aventajadas disfrutábamos de la danza igual que las super buenas.
Una vez se decida cuál es la motivación para tomar la clase, hay gran variedad de opciones para elegir. Tenemos actividades que se hacen en grupo (fútbol, banda, béisbol, coros, scouts, etc.) y otras más individuales (artes marciales, gimnasia, ballet, natación, música, pintura, ajedrez, aeróbicos, etc.).
Es vital recalcar que en la selección de actividades no debe discriminarse basándose en el sexo de su hijo. Las niñas pueden jugar fútbol y los niños tomar clases de escultura. Tampoco cierre sus opciones pensando en la actividad de moda en el momento. Si a su hija le gusta bailar, el ballet no es la única alternativa; puede tomar clases de típico, danza moderna, etc.
Y ante todo, no fuerce a sus hijos a hacer actividades extracurriculares. Usted puede orientar a su hijo en la selección, pero tome en cuenta que su motivación particular no es la misma que la de su niño. Algunos padres inscriben a sus hijos en clases porque siempre quise hacerlo y no pude o fui bueno en esta actividad x y tú también lo serás; pero si él/ella no muestra interés, busque otras opciones sin sentirse menospreciado.
