(Viene de la 1B)
Una resolución del 31 de enero del 2002 puso en marcha un plan para tratar las aguas servidas de toda la República, por medio del cual la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) analiza y cataloga las descargas contaminantes que las industrias, empresas y los hogares panameños vierten diariamente en los afluyentes y mares.
Estas fuentes líquidas incluyen cuerpos de agua superficiales (ríos, lagos y aguas) subterráneas. La normativa también cubre las descargas de fluentes líquidos a sistemas de alcantarillados.
Es la primera vez que este proceso de caracterización de las aguas servidas establece parámetros que obligan a las empresas a reportarse a la ANAM, presentar un análisis de sus desechos y en caso de incumplimiento de los estándares establecidos, exige la adecuación de sistemas para tratar dichas aguas.
Tal como explicó Joyce Castroverde,
del departamento de Control de la Calidad Ambiental de ANAM,
las normativas implican que usted tiene que caracterizar (analizar) en una fecha determinada y luego, adecuarse, dependiendo de la fecha en la que caracterizó, usted tiene un plazo para cumplir con la normativa vigente, dice. Ese plazo se conoce como un programa de adecuación y manejo ambiental exclusivo para las normas de aguas residuales.
El programa, aprobado en enero del 2002, se empezó a aplicar en noviembre del mismo año a industrias y empresas locales.
El criterio detrás de las normativas estudia diferentes aspectos de la compañía y verifica si la empresa existe y si ya ha sido llamada para presentar una auditoría ambiental, entre otros aspectos.
Castroverde comenta que la última fecha de adecuación para las aguas residuales domésticas que posean alcantarillados es diciembre del 2007. Las empresas e industrias tendrán hasta diciembre de 2003. Recuerda también que la ANAM tiene que hacer que todas las empresas cumplan, ya sea de forma voluntaria o por amenaza de sanción.
Inicialmente, el sector privado mostró temor ante las nuevas normas, admite Castroverde, pero en vista del planteamiento que ANAM ha hecho de esto como un aporte al ambiente, muchas han reaccionado bien.
Como resultado, 141 empresas han presentado sus caracterizaciones, con algunos errores, con algunos defectos, pero nosotros estamos haciendo las medidas correctivas en coordinación con cada empresa, agrega Castroverde.
Sin embargo, sostiene que probablemente, el costo de los análisis, el proceso de adecuación y el temor a una multa son algunas de las causas que preocupan a las empresas que no se han reportado aún ante la ANAM. Aclara que no hay motivo de alarma, ya que si la empresa caracteriza (analiza) su problema, hace un diagnóstico y luego pasa a un programa de adecuación y manejo ambiental, se le otorga un plazo. Por ejemplo, si el empresario caracteriza en julio del 2003, su fecha de adecuación es en el 2006.
Sin embargo, los costos de esta adecuación recae sobre los hombros de las empresas, ya que la ANAM se limita a establecer únicamente el aspecto normativo del proceso.
Hasta la fecha, unas 220 empresas se han reportado (59 de ellas han pedido prórrogas y 141 han presentado el registro de caracterización). Sin embargo, según el Registro Oficial de la Industria Nacional (ROIN) 512 aún faltan, las cuales probablemente descargan (sus desechos) en las aguas.
En cuanto a las aguas domésticas, las normativas contemplan que eventualmente, todos los hogares tendrán que contar con sistemas de adecuación que traten las aguas servidas antes que se viertan en lugares como la bahía.
Sin embargo, aún no queda claro donde termina la responsabilidad de ANAM para hacer que las normas se cumplan y donde comienza la responsabilidad del Ministerio de Salud (MINSA) y del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), ya que el costo de la adecuación será implementado en las tarifas mensuales de su cuenta de agua.
Recalca que la ANAM puede brindar herramientas que lo permitan cumplir con la normativa de forma económicamente viable, dice Castroverde. Podemos hacerlas cumplir, pero no tenemos decirles cómo deben cumplir, aclara.
Además, la ANAM cuenta con un laboratorio propio de calidad del agua en donde se tiene que solicitar permisos para la descarga de aguas residuales.
Por otro lado, los estudios indican que la salud ambiental se refleja en la salud pública, lo que se convierte en una carrera contra el tiempo.
Por ello, Blas Armien, director del Instituto Conmemorativo Gorgas recuerda que por cada paciente que presentó un caso de dengue clásico, habrá muchos casos en donde las personas no tuvieron síntomas muy graves ni quedaron sensibilizados, de manera que ante una epidemia de otro virus de dengue que esté circulando, se presentaría una cantidad excesiva de casos de dengue hemorrágico, explica el galeno.
El médico recalca que el país no está preparado para afrontar los costos de una epidemia de esa magnitud porque no tiene la capacidad física para atender a esos pacientes.
Cuántas secciones de cuidados intensivos tenemos en nuestros hospitales: la Caja de Seguro Social, el Hospital Santo Tomás, el Hospital del Niño, cuestiona Armien. Si tuviéramos unos 50 pacientes dificulto mucho que Panamá cuente con un departamento de cuidados intensivos que pueda velar por cincuenta pacientes de una sola vez. Es imposible, concluye.
El reporte de la OPS concuerda con la opinión de Armien ya que indica que los factores de riesgos asociados con estas enfermedades son mayores, particularmente en las poblaciones más pobres que habitan en la periferia de las grandes ciudades o en las zonas rurales, donde el acceso a los servicios básicos, como agua potable y alcantarillado es muy limitado.
