El águila arpía sigue amenazada

El águila arpía sigue amenazada
LA PRENSA/Archivo/Alejandro Bolívar

A pesar de los esfuerzos de educación y conservación que se llevan a cabo en Panamá para salvar al águila arpía de la extinción, la cacería se ha convertido en la razón principal de la desaparición del ave, según indica un estudio realizado por Karla Aparicio, jefa de proyectos de la Sociedad Audobon de Panamá. Esta organización conservacionista, en conjunto con el Instituto de Investigaciones Smithsonian, el Patronato Amigos del Aguila Arpía y Sony Corporation de Panamá, monitorean de forma constante la situación del ave en los bosques.

Según Aparicio, quien ofreció una conferencia el jueves pasado en el Parque Metropolitano, el estudio demostró que, en Panamá, solo quedan unos 20 mil kilómetros cuadrados de bosques disponibles para la sobrevivencia de esta especie. Y de esas 20 mil hectáreas, solo un 9% están dentro de áreas protegidas, de manera que la conservación del águila arpía no está garantizada en su totalidad.

El principal problema, sin embargo, radica en que la actividad humana merma las poblaciones, ya que el hábitat disponible está ubicado en comarcas indígenas donde aún se la caza como sustento, por temor y para usos medicinales. Algunos grupos campesinos e indígenas mantienen la creencia de que la carne de la arpía posee propiedades curativas contra la epilepsia.

La tala y la minería también son formas de deforestación, que causan la fragmentación de los bosques, y por lo tanto, la desaparación acelerada de esta ave que necesita espacios muy amplios para vivir. Cuando las águilas comienzan a tener crías, los "pichones" necesitan espacio para desarrollarse y, al crecer, buscan nuevos territorios para aparearse. Aparicio advierte que llegará un momento en el que no habrá más espacio para que la especie pueda sobrevivir.

De acuerdo con la bióloga, un análisis realizado en las comunidades de Santa Librada, La Bonga (indígenas emberaes), San Juan de Pequení y Mono Congo, donde los habitantes han sido entrenados como asistentes de campo para ayudar a conservar el animal, dio como resultado que en el parque Chagres la cacería es la mayor amenaza para esta especie de ave.

Hasta la fecha, se estima que Panamá cuenta con unas 209 parejas de águilas arpías.

El estudio también mostró que en el área del Caribe y el Darién es donde mejor se pueden desplazar estas aves, pues existe una conectividad boscosa.

Y es que el águila arpía necesita un mínimo de 63 kilómetros cuadrados para desplazarse y reproducirse adecuadamente. La extensión de la isla de Barro Colorado, por ejemplo, brinda un espacio mínimo para el desarrollo de una pareja de águilas arpía.

"Se necesitarían unas seis o siete islas del tamaño de Barro Colorado para que una pareja de esta especie pudiera desplazarse al máximo", concluyó Aparicio.

Sin embargo, el área que en estos momentos cuenta con la mayor cantidad de superficie boscosa, el área de amortiguamiento del Parque Nacional Darién, se encuentra en riesgo actualmente.

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