Si repasamos en orden cronológico los diversos acontecimientos que nos han llevado a estos 100 años de República, descubriremos interesantes aspectos y comportamientos valederos. También observaremos hechos que se reglamentaron para dar vida y forma al territorio istmeño, a lo que hoy llamamos república de Panamá. Comprender lo vivido hasta hoy, tal como se demuestra en la diversidad de fenómenos sociales, políticos, culturales, etc., así como la proliferación de caprichos temporales de algunos dirigentes y dirigidos, se verá un mosaico pluriforme de diversas variantes que coinciden en demostrar a la mujer y al hombre panameño como personas poseedoras de su propio destino, amén de que en ellos floreció esa misma actividad social, dando legitimidad a un nuevo giro para su civilización. Luego, con el transcurso de los años, las tareas, las acciones, las responsabilidades se fueron suscitando, una tras otra, caracterizándose los períodos en tiempos de cambios dispersos en los que se presentaron beneficios para unos y hechos perjudiciales para otros... en concreto, el futuro empezó con derroteros para llegar hasta la hoy llamada modernidad donde, paradójicamente, los países más desarrollados del globo están saliendo de ella puesto que hoy configuran, avanzan y se deslizan hacia su propia razón sin la ayuda de nadie; para valerse por sí mismos mediante su razón. Y es que estos dizque tiempos de modernización de la humanidad han traído para los panameños un desencantamiento de lo mítico y lo ilusorio para no creer en casi nada. Nuestro Panamá, geográfica e históricamente, tiene crisis muy marcadas en la sociedad. Podemos decir que en estos 100 años de vida republicana no todos los acontecimientos que hicieron historia fueron malos, de ingrata recordación, puesto que algunos sí se llegaron a presentar como hechos sobresalientes que marcaron y marcarán hitos imborrables en todo panameño, por lo destacado de su significación a la panameñidad y al mundo. Y como tal, de esos hechos notables casi pocos se han tomado como modelo para seguir y mantener el ritmo ascendente de buen ejemplo. De más está decir que algunos personeros en diversos períodos gubernamentales se caracterizaron, en estos 100 años, por el dominio de impulsar fuerzas instintivas que instrumentalizaron al hombre y a la mujer panameña hacia la degradación, humillación, tortura y hasta la muerte, no significando con esto progreso en el devenir histórico en nuestra sociedad, administrada algunas veces por civiles y otras por militares. Cada vez que indistintamente esto pasaba en épocas y años, no significó desarrollo; tampoco coherencia, sino llevar a la historia patria negros y grises pasajes de los que hoy nos lamentamos; y de ello pueden dar fe nuestros historiadores. Quizá por esto nos encontremos prácticamente fracturados; la fe del progreso se ha desvanecido y se presentan economías raídas en las que campean el desempleo, la deshumanización y el exhibicionismo lineal por evolucionar hacia el desencantamiento y llegar a la hostilidad, donde el más fuerte sobrevive al más débil; donde las manifestaciones de la vida humana del panameño se encuentran (por lo general) movidas por intereses predominantes en lo individual y material. Pareciera que nos moviéramos bajo el impulso de la fuerza instintiva subconsciente, donde se nota la falta de valores éticos y morales.
Ya lo dijo Kafka: los edificios dejan ver su estructura solo después del incendio. Así, pareciera entonces que nuestra sociedad panameña contemporánea cumple esa ironía porque hoy está dejando ver sus propios huesos, pudiéndose observar su esqueleto estructural que hasta hace algunas décadas se encontraba oculto. Se trata entonces de que nuestra sociedad, que es un esqueleto descarnado y endeble, ya no aguanta más. Pienso entonces que debemos llegar unidos a nuestro primer centenario como nación; donde la colectividad reciba respuestas sensibles de parte de quienes gobiernan y mantienen las llaves abiertas de los negocios, las industrias y las empresas, donde las circunstancias de los nuevos tiempos sean razonables y plenamente buenas para cada familia de panameños. No marginemos acciones y deseos que nos legaron los buenos próceres y prohombres panameños.
