El turismo es reconocido como una actividad prometedora e importante por su alta capacidad de servir como revitalizadora de otras actividades conexas como el transporte, hotelería, telecomunicaciones, comercio e industria, entre otras.
El crecimiento del sector turístico en nuestro país en los últimos años ha sido deslumbrante, con un aporte entre un 12-13% del PIB, considerando sus impactos directos e indirectos, y como tercera mayor actividad generadora de divisas. La fuerza del sector turístico se visualiza cuando más de un millón de turistas se aprestan para conocer el país, superando los mil millones de balboas en divisas; lo que representa un incremento de más del 40% en comparación con el año 2000. La cantidad de visitantes en la primera mitad del 2005, se ha incrementado en casi un 6.0%, según cifras preliminares.
Su caracterización histórica como país de servicios; destaca al transporte, el Canal, la navegación, el turismo, la zona franca de Colón y el sector de la banca internacional, y otros servicios, los cuales representan un 70-75% del PIB.
Y es por lo cual, Panamá se encuentra en su momento preciso para experimentar aún más el crecimiento turístico si explotamos un importante producto: el turismo rural en sus derivados importantes: el agroturismo y el ecoturismo y el turismo de aventura.
Apostamos por esta opción, que sin ser una panacea, puede generar medios de vida sostenibles a través de una estrategia alternativa y complementaria, mediante la cual las altas inversiones en hotelería en el campo y ciudad, y porqué no de la octava maravilla: El Canal de Panamá; sea y valga la redundancia, un canal eficaz para fomentar el turismo hacia el campo. Es una importante oportunidad para reinventar el sector agropecuario y rural, con ingenio y creatividad para rebasar el histórico y declinante 6% del PIB de la economía panameña. Y es que frente a los procesos de reestructuración de este sector, pueden vislumbrarse nuevos negocios con visión y predisposición emprendedora.
Muchos países han experimentado el fruto de sus políticas de Estado, con despliegues de programas turísticos activos de utilidad pública, con leyes en pro del desarrollo regional. Menciono el Programa Leader para el desarrollo rural comunitario de la Unión Europea, administrado por los Ministerios de Agricultura, con el 43% de sus recursos dirigidos al turismo rural, utilizando instrumentos como subsidios a la producción para construcción y equipamiento apropiados a las áreas y para el desarrollo de programas de capacitación y promoción turística.
Chile y Costa Rica también son vivos ejemplos de países que resaltan el turismo rural, éste último con un Programa de Certificación de Sostenibilidad Turística, que pretende certificar a empresas turísticas de acuerdo al grado en que sus operaciones se aproximen a un modelo de sostenibilidad, o que la hotelería responda al crecimiento y desarrollo de sus comunidades adyacentes. El Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) de Chile tiene una de las políticas más activas en materia de promoción de establecimientos rurales con servicios de alimentación, alojamiento, productos artesanales y organiza una red de pequeños productores que ofrecen servicios a los turistas, hacia al rescate de viejas tradiciones campesinas e indígenas.
Una manera de poder apreciar y medir este efecto dinámico y exponencial basta conque se ejecuten uno o dos proyectos, focalizando al menos en dos ejes de desarrollo regional o micro-regiones con alto potencial turístico, construyendo "toda" la infraestructura vial, sanitaria y de seguridad necesaria, como etapa inicial, para recibir a los miles de turistas que ya están presentes en nuestro país.
En definitiva, apostamos a que su impulso ayudará a la generación rápida de empleos e ingresos; creará mercados y agregará valor para productos agropecuarios y artesanales; valorizará las características naturales y culturales-locales; la gastronomía regional y el workshop de productos agropecuarios; revaluará el trabajo del hombre del campo; fomentará la creación de asociaciones entre individuos involucrados en el desarrollo turístico, como el caso de ACTUAR en Costa Rica; fomentará la arquitectura bioclimática y ecológica y estimulará el desarrollo de distintas actividades y productos con denominación de origen y de sello verde; en fin, dinamizará las economías locales regionales y fomentará el desarrollo de circuitos y rutas alimentarias, que, siguiendo el postulado del mercadeo del Siglo XXI, nos permita desarrollar un producto a la medida y personificado para las masas. Según el Consejo Mundial del Turismo y Transporte, se proyecta que a Panamá llegarán 2.2 millones de turistas para el 2015. Pero, si la actividad no es planificada, organizada integralmente y debidamente fiscalizada por la población y el poder público, puede ocasionar impactos negativos en el medio ambiente, la economía y la sociedad.
La autora es economista y miembro de la Asociación Americana
