"Nos urge exigir más transparencia en los viajes al extranjero de los presidentes panameños".
WASHINGTON, D.C. - Lo que más nos debe indignar del viaje secreto de Martín Torrijos a Punta del Este no es su uso de recursos estatales para un viaje privado sino su arrogancia en presumir que el público panameño no tiene derecho a saber lo que él hace en sus viajes al extranjero. Tal arrogancia no es solamente prueba de una actitud anti-pueblo y anti-democrática sino que también da lugar a una presunción de corrupción.
Desde que Torrijos asumió el poder en septiembre de 2004, yo he advertido tres veces en esta columna que él maneja sus viajes con una agenda doble: una para los medios y otra encubierta. "No todo es transparente en la Patria Nueva", escribí en el primer mes de su gestión presidencial, cuando Torrijos fue a Nueva York para hablar en las Naciones Unidas. (Ver columna del 26 de septiembre de 2004.) En esa ocasión pude constatar que la agenda en manos del personal de palacio era más completa que la ofrecida a los medios. Cuando pedí copia de la agenda completa, se me permitió mirarla rápidamente, pero se me negó información adicional. La agenda mostraba una reunión a puerta cerrada con banqueros no identificados y mostraba un partido de béisbol con empresarios que tampoco fueron identificados (este evento terminó cancelado).
La misma falta de información se dio cuando Torrijos volvió a Nueva York en septiembre del año pasado. "Hubo grandes vacíos inexplicados en la agenda de sus cuatro días en Nueva York", escribí el 18 de septiembre de 2005. Agregué: "Cuando esto ocurría durante los viajes de Mireya, le criticaban que se había ido de shopping [de compras]; pero si Torrijos se fue de shopping, a un partido de béisbol o a tomar té con el Mago de Oz, yo no logré averiguarlo". Expliqué que Torrijos había celebrado unas reuniones a puerta cerrada de donde salió poca información para el público, pero "se nos dice que fueron para promover inversiones".
La información que yo tenía en el momento era que una de esas reuniones a puerta cerrada fue con unos inversionistas interesados en Howard. Eso me pareció muy cuestionable y le planteé a Jorge Sánchez, director de Comunicaciones del Estado, que este acceso privado para ciertos inversionistas era incompatible con transparencia en la promoción de inversiones. Él respondió blandamente: "El Presidente está promoviendo Panamá y se está reuniendo con inversionistas que quieren participar en una licitación que será pública y transparente". Sánchez reiteró en otro momento que "parte de lo que hace el Presidente en sus viajes es promover a Panamá [y] promover inversiones".
Pero yo —la única periodista panameña [de medio independiente] en Nueva York para esas dos visitas— quedé preocupada por la falta de fiscalización periodística en los muchos viajes de Torrijos y volví a escribir de ello después de ver cómo se manejan los viajes de los presidentes estadounidenses. Bajo el titular "Por más transparencia en los viajes presidenciales", (20 de noviembre de 2005) describí cómo la Casa Blanca entrega una agenda minuto a minuto de las actividades del Presidente y los medios organizan un pool para rotarse quiénes estarán al lado del mandatario en cada momento, instantáneamente compartiendo toda información con los demás reporteros.
Es impostergable que los medios panameños nos organicemos para hacer algo parecido (podría ser un sistema de rotación), asegurando que un Presidente panameño jamás viaje al extranjero sin una implacable fiscalización periodística que incluya todo lo que la Presidencia no quiere que el público sepa; más allá de cubrir la agenda pública, lo esencial es descubrir cuál es la agenda encubierta. Este gasto tiene que ser asumido por los medios, sepultando para siempre el sistema deshonesto de los periodistas "invitados" por cuenta del Gobierno y acabando con "periodistas" en planilla estatal. Durante el viaje de Torrijos a Nueva York el año pasado, uno de los otros diarios panameños publicó artículos redactados por un empleado del Gobierno.
Sobretodo debemos rechazar el cuento de que el Presidente tiene derecho a viajar a escondidas del pueblo, como si este lío con el viaje a Punta del Este se arreglara si Torrijos o —¡peor!— el empresario argentino rembolsan al Estado por el costo de la escapadita. Arriesgamos descubrir luego que lo que nos costó su mal uso del avión presidencial fue poca cosa comparado a lo que nos costó su relación secreta con inversionistas extranjeros.