La escalada del mercado artístico juega un papel crucial en la redefinición de conceptos económicos del siglo XXI. Los bienes artísticos y de colección han generado importantes revalorizaciones en los mercados de clase mundial, confiriendo al arte un sólido valor financiero y de inversión. Esta tendencia promueve la globalización del mercado, que pasa a percibirse como una fuente de diversificación financiera.
Los fondos de inversión en arte representan una alternativa factible a escenarios económicos poco prometedores. En 2020, Citi Private Bank realizó un estudio sobre la liquidez de las obras de arte en el mercado, resaltando que su rentabilidad media anual es equiparable, en términos de utilidades, a los retornos de mercados como el de bienes raíces y el de renta fija global.
Si nos remontamos a los orígenes de la humanidad, las representaciones artísticas empiezan desde muy temprano, como una forma de inmortalizar la historia de una civilización. La pintura rupestre, por ejemplo, se caracteriza por representaciones fabulosas de figuras humanas y animales. Tal es el caso de la cueva de la isla de Sulawesi y sus murales de hace 44,000 años. En Panamá, encontramos petroglifos precolombinos en la “piedra pintada”, ubicada en las cercanías de El Valle, y cerámicas zoomorfas representantes de la región del gran Coclé.
A medida que la historia avanza, se replantean conceptos sobre las representaciones artísticas. En la época medieval, el arte gravitaba de acuerdo con los movimientos religiosos.
Durante el periodo renacentista, se introdujo el concepto de armonía, y la proporción como ideal de belleza, estableciendo un hito en cuanto a patrimonio artístico se refiere.
Recientemente, la casa de subastas Christie’s subastó la obra “Salvador Mundi”, de Leonardo Da Vinci, por $400 millones, logrando así el récord de la pintura más cara del mundo.
El arte es análogo a los movimientos sociales. Se observan paralelismos en las representaciones pictóricas. Se encuentran expresiones muy personales que evocan la contextualización de eventos específicos, con perspectivas individuales. Tal es el caso de Pablo Picasso, en su retrato del dolor y horror “Guernica”. En Panamá, encontramos patrones semejantes en Julio Zachrisson -pintor panameño- y su obra “20 de diciembre de 1989”, representando la ferocidad de la invasión.
Desde hace un par de décadas, la Universidad de Cambridge introdujo “El contrato de capital humano”, que establece un modelo de inversiones a través del desempeño, la vida y la obra de una persona. Asimismo, el humano establece el valor económico a través de las facultades que influyen en la productividad, como es el caso de los artistas plásticos quienes, mediante su experiencia, van expandiendo los límites del arte hacia la reinversión de técnicas y la interpretación de nuevos movimientos. Establecer un modelo de inversión en un artista radica en un mecanismo coordinado con su hoja de vida, en la que su participaciones en exposiciones, subastas y colaboraciones van legitimando el valor de una obra.
En el plano local, encontramos instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo (Mac Panamá), que cuentan con un inventario de 700 obras de exponentes de clase mundial.
La Fundación Olga Sinclair ha logrado el récord Guinness con más de 5,000 niños pintando. Estos modelos establecen un marco sólido para resaltar el arte como una disciplina y competencias en nuestros currículums escolares.
Desde la ciudad de Panamá operan, al menos, 10 galerías, cuyo principal rol en sociedad se ha reflejado en la curaduría y descubrimiento de talentos, proyectando nuevos integrantes a la cartera artística nacional. Las nuevas generaciones deben observar de cerca la escalabilidad de este mercado.
En Jóvenes Unidos por la Educación nos posicionamos como promotores de los conocimientos culturales oportunos, para aprovechar los beneficios económicos que nos brinda este mercado, de cara a las condiciones políticas, sociales y culturales que afronta nuestro país. Los jóvenes debemos ser el ente diferenciador, apoyando al artista emergente, local o consagrado, formándonos en cultura, redefiniendo los factores que, al final, integran la identidad nacional.
El autor participó en el Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana 2021 1.0.
