La empresa de figuras de porcelana nació como un pequeño taller artesano y ahora sus piezas son perseguidas por los coleccionistas. Sus diseños son objeto de falsificaciones como el patrón de cualquier diseñador exclusivo, una circunstancia que les enorgullece como sinónimo de prestigio. Cada temporada presentan una colección, y su desfile particular ha sido ahora en la feria del diseño y la decoración de Frankfurt.
Los orígenes de Lladró se remontan a un pequeño taller artesano, construido a mediados de los años 50 en Almácera, cerca de Valencia, impulsado por las inquietudes artísticas de tres hermanos: Juan, José y Vicente Lladró.
Desde entonces han pasado 50 años, durante los cuales el negocio ha crecido de forma espectacular. La firma emplea a casi dos mil 500 personas, exporta a 120 países y poco a poco va llegando el relevo generacional a la dirección, de la mano de los hijos de los fundadores.
Las esculturas que antaño se fabricaban en barro nacen hoy en lo que llaman la Ciudad de la Porcelana, en un proceso que continúa siendo artesanal. Los creadores de la empresa resumen sus expectativas diciendo que "queremos que nuestras obras posean elegancia, que sean expresivas, que rezumen vida, que tengan sentimientos. Queremos que reflejen el lado bueno de la existencia, los valores positivos del ser humano, todo aquello que dignifica la vida".
En el 2002, la empresa fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias a la Excelencia Empresarial por ser la marca comercial española más nombrada en el mundo.
A pesar de los reconocimientos, los fundadores no se olvidan de sus comienzos, de lo duro que fue salir adelante, y han firmado un proyecto de colaboración con la ONG Ayuda en Acción, llamado Manos a la Obra, una iniciativa para mejorar la calidad de vida de 300 familias de alfareros del municipio mexicano de Zautla.
Expansión Su afán expansivo les ha llevado a inaugurar recientemente una tienda en el prestigioso distrito de Ginza, en Tokio, que contó con la presencia, como invitada de honor, de la princesa Hisako de Takamado, esposa del príncipe Takamado, primo del emperador japonés, Akihito.
Este edificio de seis plantas, afincado en pleno corazón de la capital japonesa, constituye la apuesta de la firma para lograr una mayor presencia de sus esculturas en el continente asiático, donde ya cuenta con un lugar destacado en Singapur, Hong Kong, Pekín y Shangai.
París ha sido otro de sus objetivos dentro de este ambicioso plan de apertura de tiendas propias. Este nuevo espacio está situado en los locales comerciales del lujoso Hotel Château Frontenac, en la calle Pierre Charron, muy cerca de los Campos Elíseos.
En Estados Unidos mantiene abiertas dos tiendas, una en Los Ángeles, en la prestigiosa Beverly Hills, y un museo en Nueva York para la exhibición de sus obras, ya que muchas de ellas forman parte de colecciones internacionales. De hecho, existe una Asociación de Coleccionistas de Obras de Lladró, con sede en el recientemente inaugurado edificio de Nueva York, que cuenta con más de 60 mil miembros repartidos por todo el mundo.
Frente a esta expansión internacional, curiosamente, su primera tienda en Barcelona la inauguraron hace tan solo unos meses en pleno Paseo de Gracia. En un afán por controlar el producto y su distribución, la firma no prevé planes de franquicia por lo que sus tiendas se abren atendiendo a un escrupuloso deseo de ofrecer lo mejor, en el mejor lugar y con el mejor escaparate.
