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Reflexiones

Atrévete a Pensar

Atrévete a Pensar

Un gran problema de la naturaleza humana es recurrir constantemente a suponer, me atrevo a afirmar. Al hacer una suposición, le damos carácter de verdad a una situación, dejando a un lado la indispensable verificación de la evidencia. La objetividad hace imprescindible que tengamos evidencias que respalden nuestras hipótesis y explicaciones relacionadas a lo que afirmamos.

Suponer es una respuesta fácil. Es nuestra muleta: una explicación que le da sentido a la realidad que percibimos, reforzada por pensamientos y recuerdos propios de nuestra limitada y sesgada experiencia, que terminan validando las afirmaciones que suponemos.

Uno de los mayores problemas de quien supone, es que termina creyendo en lo que da por cierto. Frecuentemente, una simple, inocente o, incluso, mal intencionada suposición, termina siendo un rumor, un prejuicio, un estereotipo o una falsa verdad con el potencial de desencadenar innumerables conflictos sociales. Es lamentable que la mayor parte de nuestras suposiciones son de naturaleza negativa. Según la psicología evolutiva, obedece a la necesidad del ser humano de dar sentido y significado al mundo que le rodea. Debido a que parte de ese mundo se caracteriza por su naturaleza hostil, el mecanismo de defensa evolutivo de la mente se centra en aquellas situaciones desfavorables que pueden representar un peligro para su existencia. El cerebro no busca la verdad: intenta sobrevivir. Trata de convencerse siempre de la opción más cómoda, de la que concuerda mejor con su realidad. La memoria y el inconsciente se encargan de ajustar lo que no encaja, como si de un rompecabezas se trata. Ya decía Kant: “Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”.

Como necesitamos sentirnos seguros, buscar respuestas y explicaciones a los hechos que se nos presentan, requiere de salidas fáciles que nos garanticen seguridad y confort. Aquí hacen su aparición las nefastas suposiciones, sin tomar en cuenta si las respuestas que elaboramos sean correctas o no. Muchas veces carecemos del valor de preguntar pues las interrogantes son incertidumbres que generan inseguridad e inestabilidad.

La neuropsicóloga Cordelia Fine afirma que el cerebro enseña un mundo ampliamente coloreado por la vanidad. Es una muestra del constante estado de vulnerabilidad psíquico en el que muchas veces nos encontramos. Es lo que la psicología llama la “heurística”, que implica completar nuestra percepción de situaciones con base en nuestras experiencias. Ello significa que mientras tengamos menor exposición al mundo, más incomprensible nos serán situaciones a las que no estamos acostumbrados.

Nuestras suposiciones son sesgos cognitivos que nos inclinan a pensar de determinada manera. Tienden a ser involuntarias e inconscientes, producto del proceso evolutivo. Para aminorar y regular la influencia de las suposiciones en nuestras actuaciones, decisiones y juicios de valor, debemos procurar disciplinarnos y tener la disposición de pensar de manera analítica y consciente. No hacerlo, es convertirnos en víctimas de nuestros propios pensamientos. Peor aún, que haya terceros inocentes afectados por nuestra incapacidad de lidiar con nuestras negativas suposiciones. El célebre Carl Gustav Jung decía: “Pensar es difícil, por eso es que la mayoría de la gente prefiere juzgar”.

Reconozcamos entonces que los pensamientos sin contenido están vacíos y las intuiciones sin concepto son ciegas. Dejemos de actuar por impulso. Más importante aún es dejar de pensar como autómatas, como si de un reflejo se tratara.

Suponer es el camino fácil, que al final puede tornarse en caos. Las suposiciones se multiplican, reemplazando así la comunicación, poniendo en peligro las relaciones interpersonales y, por ende, nuestra estabilidad social.

¿Nos mentimos a nosotros mismos para alcanzar el ideal imaginativo de la felicidad? Si es así, atrevámonos a buscar respuestas, indaguemos y detengámonos a contemplar seriamente nuestras vidas y las de los demás. Detengámonos más a menudo a reflexionar tranquila y profundamente. Sobre todo, hagamos lo que decía Kant: “Sapere Aude” en Español, “Atrévete a pensar”.

El autor es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación


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