Comprendo perfectamente que los partidos políticos son esenciales en los sistemas democráticos; mal necesario que si cumplieran la función para la que son creados serían garantía de estabilidad y del justo y correcto ejercicio del poder para beneficio de todos los ciudadanos. Mas no es esa nuestra realidad. Nuestros políticos, excepto por alguno que otro soñador bien intencionado que nunca alcanza el poder porque a los "malos" no les interesa que los "buenos" participen, juegan al poder para "comerse la reina" (o el rey), todas las fichas y hasta el tablero, si pueden, dejándonos con las manos vacías. Y manos es un decir.
El gobierno de Torrijos tiene dos años y medio por delante, pero parece, por las discusiones, las negociaciones, y la asoleadera de trapos sucios, que estamos en víspera de elecciones. Y me resulta francamente chocante y cínico el pobre espectáculo de partidos, más partidos que tiritas de bisté picado, hablar de fuerza, unidad, armonía; de llamarse a sí mismos "partidos no tradicionales"; prometiendo hacer lo que en su oportunidad no hicieron. Son espectáculo patético.
Me resultó indigesto ver a la ex presidenta Moscoso, que llevó a su partido al despeñadero, rodeada por sus incondicionales, que han vuelto a sacar la cabeza afilándose ya los colmillos para un posible regreso a palacio. Me parece insólito que Moscoso dijera que "La oposición tiene que unirse ya", que "hay que denunciar muchas cosas malas que se están haciendo en el país" y que estaría en contra de una alianza de oposición que no estuviera encabezada por el Partido Panameñista (La Prensa).
¡Dios nos ampare! De veras que cuesta creer que Moscoso, precisamente ella, se sienta con autoridad para opinar así. Aún están frescos los malos recuerdos que nos dejó; sus caprichos y excesos; los "durodólares"; el turbio manejo de las donaciones de Taiwan; el inexplicable hundimiento del helicóptero HP-1430, a balazos; la compra irregular de unos helicópteros defectuosos; el pago, con dineros del Estado, de joyas (no se deterioran, ¿porqué no se han recuperado?) y ropa para la presidenta; los desastrosos préstamos del Banco Nacional a la parentela; la peculiar transacción de la casa presidencial en Punta Mala; altos funcionarios evadiendo el pago de impuestos. Y hay más. Con los Molirena (especialmente), hicieron fiesta con el poder y, aunque en desbandada, estos últimos también andan buscando dónde montar tienda para acercarse nuevamente a la tentadora ubre gubernamental.
Vanguardia Moral de la Patria (qué nombre tan inadecuado), está recogiendo de todo, hasta a Chello Gálvez, diputado que devino en tendero de barrio, que hace años no asiste a la Asamblea, pero cobra como si trabajara; los "tránsfugas", politicastros "vira y cambia", son recibidos con los brazos abiertos en todos los partidos aunque se sabe que tienen la columna vertebral más gelatinosa que una aguamala. Todos desgañitan contra el gobierno de turno. Igual lo hicieron los PRD, que hoy en el poder, justifican lo que ayer censuraban. Políticos de "tintibajo" que piden que creamos en ellos.
Mientras así de mal anda la política, Panamá vive días de bonanza económica. Nos dicen que el desempleo ha disminuido aunque en los semáforos los "micro empresarios" parecen nubes de avispas y qué decir de los "bien cuida’o". Marchan muy bien la Zona Libre de Colón, los puertos, la banca. Y las altas torres de cemento y caóticos proyectos inmobiliarios que a ritmo alucinante devoran la ciudad, los espacios verdes, islas y costas, prosperidad dañina y de alto costo social.
La Ley 259 aprobada el 31/12/06 como "bisté de dos vueltas" (y líbrame de los malos pensamientos), autoriza el desarrollo urbanístico en más del 60% de tierras en áreas revertidas originalmente designadas para uso agro-forestal, tierras que afectan la cuenca hidrográfica del Canal. ¿Para beneficiar a quién? ¿Prosperidad a costa de qué y de quiénes? Y a la porra el equilibrio ecológico y la naturaleza, pues el dinero va a entrar a borbotones, aunque no tengamos capacidad para atender la demanda de agua, electricidad, de manejo de desechos, ni los problemas sociales que este boom acarrea. Pero no importa, entren que caben cien, como dice una canción. Madre Natura, cual Némesis, la diosa griega de la venganza, no nos perdonará tanta codicia.
Parece que no hay nada que no esté a la venta en Panamá. Nos estamos "despanameñizando" porque la política de puertas abiertas permite que se desbanque a los del patio, de empleos y negocios, grandes, medianos, pequeños. Las autoridades no nos están protegiendo. Hay ilegales trabajando en todo; y con empeño, en el negocio de las drogas y el lavado de dinero. Demos la bienvenida a los extranjeros honestos que vienen a vivir, trabajar, y a invertir cumpliendo con nuestras leyes. No se trata de que nada cambie, sino de que cambie para mejor, con orden y reglamentación que proteja los derechos de los panameños.
Los malos políticos, interesados únicamente en el poder como botín, se sacan las entrañas entre sí; los que ayer se acusaban mutuamente de corruptos, hoy son "inchi-pinchis". Eso es lo que estamos presenciando. Los reales problemas del país y nuestro bienestar les importa poco. Sólo "de la boca hacia afuera", en sus manidos discursos. Porque una vez acceden al poder, ¡fuera máscaras! Alguien acertó al decir, en una cita de paternidad incierta, que "El poder no corrompe. El poder desenmascara".
