Fauna y flora urbana
Por Jorge Ventocilla Instituto Smithsonian
Hay animales sobre los que resulta difícil escribir, porque vienen marcados por el saber popular. Así, es medio complicado presentar a este ilustre reptil sin que, desde el título, la mayoría de los lectores, cuando más, sonrían; o, cuando menos, piensen inmediatamente en algún personaje humano que conocen y poco aprecian. Ser un borriguero en Panamá no es exactamente atractivo.
Pero no faltará también quienes miren al borriguero con el respeto que se merece. A fin de cuentas, es otro habitante de la ciudad que se busca la vida en la mejor forma posible a su disposición.
El borriguero (Ameiva ameiva) es una especie de lagartija terrestre grande (hasta 15 cm, sin contar la cola) y diurna. Su distribución geográfica va desde las tierras bajas de Costa Rica hasta Suramérica (incluyendo Colombia, Venezuela, Brasil, Paraguay, Norte de Argentina y también Trinidad y Tobago). Se le encuentra principalmente en áreas habitadas por el ser humano. En nuestra ciudad lo veremos en herbazales grandes, orillas de carreteras o en caminos poco transitados; con más frecuencia en la estación seca, cuando tiene mucho sol para calentarse. En la estación lluviosa sale más a dar su vuelta en los días soleados. Camina por el suelo buscando activamente su alimento (insectos y otros artrópodos, hasta pequeños ratones: es básicamente carnívoro). Para esconderse prefiere los lugares oscuros y los machos pueden ser bastante territoriales. Si lo atrapan, intentará morder.
Solo hay una especie de borriguero en la ciudad, aunque como su coloración varía bastante, algunas personas pudieran pensar que se trata de animales distintos. Algunos ejemplares son de color chocolate o verde oscuro, con manchas doradas o líneas amarillas a los lados del cuerpo. Se reproducen a través de huevos y mientras más grandes las hembras, más huevos ponen.

