Al conmemorarse el Día Mundial de la Salud Mental (DMH), es importante aprovechar este día para promover hábitos saludables, en especial cuando se trata de alcanzar el balance entre vivir y trabajar. Este día que se celebra cada 10 de octubre y con diversas actividades, este año toma relevancia, puesto que la pandemia de Covid-19 ha agravado la situación de salud mental en la región, aumentando los nuevos casos de afecciones y empeorando las preexistentes; a más de 18 meses de haber empezado la pandemia se ha evidenciado un incremento exponencial en el número de trastornos mentales, afectando a personas de toda índole sin discreción de raza, nivel socioeconómico y con muchas repercusiones que afectan desde el entorno familiar, social y también en el ámbito laboral.
En este último me interesa profundizar, la salud mental en el ambiente de trabajo, ya que existen muchos estigmas sobre todo cuando tiene que ver con nuestras carreras y sus posibles resultados; esta problemática es cada vez más analizada por organizaciones tanto públicas como privadas pero la realidad es que en Panamá todavía estamos muy rezagados y hace falta mucha voluntad de todos los actores para promover estrategias de prevención y una cultura potable con ayuda disponible para los más vulnerables.
Desde mi punto de vista, estos trastornos pueden tener sus raíces en la gran cantidad de expectativas por satisfacer y la poca capacidad del colaborador actual de establecer límites, ya sea consciente o inconscientemente. En muchos puestos de trabajo, se espera que el colaborador “aguante callado” como decimos en buen panameño, pero de manera incongruente también esperamos que éste hable y participe, sin recibir las herramientas para ello; Los términos “bullying laboral”, el “mobbing” o el “bossing” reflejan la realidad de muchos colaboradores y ocurren con gran frecuencia pero que muchas veces los jefes abusan tomando ventajas sobre las necesidades de los trabajadores, en especial con el aumento del desempleo.
Para un profesional de entre 30 y 45 años, en la anhelada etapa de mayor productividad, puede haber pasado casi la mitad de su vida estudiando y preparándose para competir en el mercado laboral actual, lo cual genera una gran carga provenientes de expectativas por satisfacer; conseguir un trabajo con un buen salario para satisfacer las expectativas familiares al más alto nivel, que ofrezca estabilidad y con múltiples beneficios; las expectativas por satisfacer a nivel interno de las organizaciones, en donde se espera que los colaboradores sean tan productivos como una computadora de última generación, apuntando a la “excelencia” sin espacio a errores; este ideal sería más sensato si estuviese acompañado con una remuneración al mismo nivel.
Existen ejemplos de buenas prácticas que valen la pena compartir, como las diversas actividades de bienestar que se realizan desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá. En la Cancillería se desarrollan diversas actividades como los voluntariados, sesiones de yoga para los colaboradores, espacios habilitados para la interacción entre los funcionarios entre muchos otros, siendo actividades que resultan en mayor productividad y que son ejemplos que se pueden replicar en otros ministerios e incluso exportarlos al sector privado.
El autor es diplomático de carrera y profesor
