El enfrentamiento entre Gobierno y oposición llega a menudo al esperpento en Argentina, pero lo sucedido esta semana se podría llevar el premio a la acción más grotesca: el presidente del Senado publicó el lunes anuncios en la prensa para convocar a los parlamentarios al pleno el pasado miércoles. El motivo: el reiterado absentismo de los senadores kirchneristas.
Por supuesto, nada es casual. La ausencia de los legisladores oficialistas se repite constantemente en ambas Cámaras y responde a una táctica para que no haya quórum y evitar derrotas parlamentarias del Gobierno, en minoría desde las legislativas de 2009.
Según los reglamentos, en las sesiones plenarias deben estar presentes la mitad más uno de los parlamentarios para que haya quórum y poder aprobar leyes.
Siguiendo la vieja consigna peronista de evitar la más mínima derrota, el ex presidente y diputado Néstor Kirchner ha dado órdenes de bloquear el Congreso y prohibir a sus legisladores que ocupen sus escaños. Puesto que el kirchnerismo está en minoría, necesariamente ha contado con la colaboración de algunos miembros de la oposición, que deliberadamente se han ausentado coincidiendo con sesiones donde las Cámaras debían aprobar leyes contrarias a decisiones adoptadas por la presidenta Cristina Fernández, como la designación de la nueva gobernadora del Banco Central o el uso de las reservas para pagar deuda pública.
La ausencia más comentada y sospechosa se ha notado en el Senado, donde parece evidente que el más apestado de todos los ex presidentes argentinos, Carlos Menem, tiene algún tipo de pacto secreto con Kirchner. La división de poderes deja mucho que desear en Argentina, así que se especula con que Menem trata de recibir ayuda del Gobierno ante el panorama judicial que enfrenta, con cinco procesos abiertos.
De las siete convocatorias plenarias del Senado en este curso, Menem faltó a tres, sumándose a los 35 senadores kirchneristas y librando al Gobierno de derrotas seguras. Con 72 escaños, el quórum necesario es de 37. Por otras ausencias, solo un pleno y medio pudieron concluir normalmente. Ese medio se debe a que el 24 de febrero, 71 senadores –todos menos Menem– se sentaron en sus escaños, incluidos los ingenuos opositores. Una vez que se había votado y elegido para la vicepresidencia de la Cámara Alta a un kirchnerista, los senadores oficialistas se levantaron y dejaron la sala sin quórum.
Tampoco es casual que la batalla más dura se esté dando en el Senado, presidido por el vicepresidente del país, Julio Cobos, enfrentado a los Kirchner desde el año 2008, y que estos días ejerce la presidencia provisional por el viaje de Fernández a Washington. Tras la falta de quórum que impidió el pleno del miércoles pasado, Cobos ordenó la publicación el lunes en Clarín y La Nación –los dos principales diarios argentinos– de un anuncio citando a los senadores a la sesión de hoy.
En el anuncio se detalla la lista de los 36 senadores que faltaron hace una semana –Menem se excusó diciendo que debía asistir al cumpleaños de su nieto– y se les llama al orden, amenazándoles con practicarles un descuento de dieta del 20% por cada sesión en la que no estén presentes”. Y a continuación, el anuncio reproduce dos artículos del reglamento, uno de los cuales hace referencia a las medidas de compulsión, donde se detalla que “si aquellas medidas no dan resultado los senadores podrán ser obligados a acudir al Parlamento por la fuerza pública”.
