CULTURA.

Entre chivo y conejo

Un panameño me contó que viajando en automóvil con un amigo uruguayo le dijo a éste: "Oyeporfapásamelsacoquetallatrás". El amigo le pidió repetir lo dicho, pues no había entendido nada. Mi paisano, separando las palabras volvió a pedir el favor: "Oye, por favor, pásame el saco que está allá atrás". Conté la anécdota a una panameña y su pregunta fue: "¿Yeraqueltiporasordo? Fue extraordinaria coincidencia que habiendo empezado este escrito sobre nuestra forma de hablar, tuviera la oportunidad de ojear brevemente el libro Panamá Colonial: Historia e Imagen, del español Pedro Martínez Cutillas, lujosa edición publicada recientemente con motivo del V Centenario de la muerte de Cristóbal Colón. Sobre "El acento del habla panameño" aparece en el libro lo que escribieron, ¡nada menos que en 1748!, Jorge Juan y Antonio de Ulloa: "... es molesto al que le oye, hasta que la costumbre le va habituando a ello ... ". Tal vez por tener el oído acostumbrado a nuestra manera de hablar, hasta que me contaron lo turulato que quedó el uruguayo, no me había percatado de lo difícil que puede resultar para algunos entender lo que decimos. Hablamos "en carretilla", juntando palabras, "comiéndonos" letras, especialmente las eses, que son como postre que no dejamos escapar. Hacer embutidos verbales nos resulta natural y me pregunto si los enredos que formamos a veces se deberán a la falta de claridad fonética, que no es lo mismo que decir burradas, claro es. Este escrito nace porque mirando un poco de los desfiles del 3 y 4 de noviembre, varios vendedores de comida que entrevistaban los reporteros sobre cómo iban las ventas dijeron que "entre "shivo" y conejo" (no chivo con che), y también que "masomenos porque algo de "platita queda". Y pregúntese cómo será eso de entre chivo y conejo, ejemplares de la fauna tan dispares que fundirlos en una sola imagen cuesta trabajo. ¿Un conejo con patas largas, barbas, y grandes testículos?

Alguien me dijo que en el uso de diminutivos nadie se gana a los panameños. Por la "tardecita", que para nosotros nada tiene que ver con la tarde es una expresión "clarita" como el agua para nosotros, que hay que explicar a los extranjeros como las horas cuando el sol baja, 5:30p.m.-6.30 p.m. Igual es "coger carretera con la fresquita", o sea antes de que el sol empiece a "picar". Nuestra tabla de tiempo es diferente para medir "enseguida" y "enseguidita"; igual sucede con "espere un momentito" que aunque vaya a ser una espera igual al "espere un momento", suena más amable, como que la espera va a ser de menor duración. Y "Pérate un momentito" que voy a continuar con el tema. De la fiesta no nos vamos callados sino "calladitos" (para que no se den cuenta de lo aburridos que estamos), y no es raro que el favor lo pidamos como "favorcito" (hazme un favorcito). Y nos sobran diminutivos para piropear a la niñita de la casa que se veía tan "graciosita" con su "vestidito" blanco y sus "sandalitas". Y los que narraban los desfiles dijeron que había lindas "batuteritas" y muchas batuteras, algunas con "falditas" bien "cortitas" (y no por culpa de ellas sino porque el Ministerio de Educación, bien "atrasadito", anunció las prohibiciones cuando los atuendos ya estaban confeccionados). Los exámenes en la escuela son de dos categorías: difíciles o "facilitos". Y no sonarían tan bien los versos: "Los zapatitos me aprietan/las medias me dan calor/Y el besito que me diste/lo llevo en el corazón", si en vez de "zapatitos" dijera zapatos, y beso en vez de "besito". A una sobrina-nieta nacida en Brasil que tomaba clases de español la profesora le preguntó: "¿Eres panameña?" Ella contestó: "Mi papá es panameño, ¿por qué?" "Porque no dices pescado sino pesca’o", dijo la profesora. Y si no me cree, empiece a poner atención. Aquí no hay ni una mentirita y si la encuentra me da una "llamadita" o me envía un "correíto" a mi dirección cibernética.

Patria, como dice la canción de Rubén Blades, "son tantas cosas bellas", "son las paredes de un barrio... ". También lo es nuestra forma de hablar y de conducirnos. Y de rendir homenaje a la Patria como lo hacemos. Los desfiles en el mes de noviembre dejarían de ser auténticamente panameños si fueran tan solemnes como un desfile de ingleses ante el Palacio de Buckingham. ¿Bandas musicales tocando El toro enamora’o de la luna o La vida es un carnaval frente a la realeza sueca? ¡Ni soñarlo! Solamente nosotros somos capaces de hacerlo. Ni pensar que el despliegue de coquetos pasos y quiebres de caderas que hacen las muchachas nuestras los harían si fueran alemanas, por ejemplo. Porque todo esto es parte de lo que somos: un pueblo bullanguero y alegre al que a veces "se le va la mano en pollo" en cuanto a falta de solemnidad. Nos guste o no. Antes de que termine el mes de la Patria, voy a hacer lo que decía aquel poema que recitaba mi hija cuando estaba en kinder: "El tres de noviembre viene/ el tres de noviembre va/y yo con mi "banderita/ saludo a Panamá". En el mes de la Patria te saludo, Panamá.


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