La clave del futuro

Es natural que estemos pensando en el futuro, ya que la realidad del presente no es para nada alentadora. Algunos intentamos vislumbrar la clave que nos pudiera deparar un mejor futuro. Ese es el ejercicio que intentaremos en el presente artículo.

En ese sentido, el afamado escritor Peter F. Drucker ha publicado recientemente el libro La gerencia en la sociedad futura. Encontramos algunos pensamientos que, aunque dirigidos a los ejecutivos de empresa, tienen aplicación para nuestra situación económica, social y política, la que francamente me preocupa sobremanera porque no vemos la voluntad de nuestros líderes de salir de la ceguera y mediocridad de la inmediatez oportunista.

Afirma Drucker: "Yo les he dicho con frecuencia a los ejecutivos, que una razón de salarios 20 a 1 es el límite del cual no pueden ir si no quieren crear resentimientos y decadencia del espíritu de trabajo en la empresa. Hoy creo que es social y moralmente imperdonable que los ejecutivos cosechen inmensas riquezas para ellos mismos, mientras echan a los trabajadores a la calle. Como sociedad pagaremos un elevado precio por la animadversión que esto genera entre los gerentes de nivel medio y los trabajadores".

Si trasladamos esta clara y sabia advertencia a nuestra sociedad y tomamos en cuenta que de cada 10 panameños cuatro viven en pobreza y dos en pobreza extrema, igualmente pagaremos un elevado precio por el resentimiento de la clase marginada frente a los abusos de la clase política y empresarial. Hay que ponerle atención a esto, precisamente ahora que estamos en una campaña política que terminará con un cambio de gobierno el próximo año.

Los medios de comunicación tienen que jugar un papel muy importante al poner sobre el tapete de discusión los proyectos de los candidatos a la Presidencia de la República. Por eso me ha parecido encomiable que el diario La Prensa les enviara a los cuatro candidatos presidenciales un cuestionario para conocer su agenda económica, con preguntas sobre comercio exterior, finanzas públicas, desempleo, y el sensitivo tema de la Caja de Seguro Social, entre otros.

Solo dos candidatos respondieron. Es una buena noticia que los señores Martín Torrijos y Ricardo Martinelli lo hayan hecho. Es un intento por salir del discurso populista y engañoso, para comprometerse con el electorado en temas de vital importancia dirigidos a reducir los niveles de pobreza. Así como reconocemos a los que contestaron, corresponde censurar a los que no lo hicieron. Es con información clara, seria y trascendente como los electores llegaremos a hacer nuestra decisión por el candidato que más le convenga al bien común de los panameños.

El próximo paso que sugerimos a La Prensa es que pregunte a los candidatos nuevamente -ya lo hicieron en un "hoy por hoy" pasado- con quiénes pretenderán conseguir los objetivos propuestos. Los electores, en esta ocasión, no estamos dispuestos a darle un cheque en blanco con nuestro voto al próximo presidente de Panamá. Queremos saber qué va a hacer, cómo lo va a hacer, con quiénes lo va a hacer, y cuándo logrará los resultados a que aspira como gobernante. Es necesario insistir hasta la saciedad en esta información, porque los resultados tendrán un impacto decisivo en nuestras condiciones de vida en el futuro inmediato y sentimos que tenemos el derecho de saber, si a quien vamos a elegir en las próximas elecciones, verdaderamente es el más conveniente para el país. Así de sencillo.

Sería injusto poner solo la presión sobre los políticos. Ellos no son los únicos actores en nuestro drama. Los empresarios tienen una responsabilidad enorme que asumir. No en vano, Peter F. Drucker critica al capitalismo como sistema, cuando dice que "tiene reservas porque adora la economía como si fuera todo en la vida". Vemos un desafío para los empresarios de nuestro país como gestores de un crecimiento económico que nos conduzca a un equilibrio social que elimine los resentimientos y cierre la brecha entre esos muchos que tienen poco y los pocos que tienen mucho.

Los ciudadanos de la calle también tenemos nuestra responsabilidad que asumir. No podemos ser invitados al banquete sin poner nuestro esfuerzo. Esa actitud ha sido el resultado de un populismo irresponsable que han promovido algunos gobiernos, con el fin equivocado de encontrar apoyo político con promesas ausentes de compromisos reales y firmes. Nos llegó la hora de trabajar, de ser productivos empujando el hombro decididamente, sin esperar que otros nos pongan los logros y el éxito en las manos.

Resumiendo, la clave del futuro está en nuestras voluntades. No busquemos la varita mágica en otra parte, porque no está. A cada uno le toca asumir seriamente su responsabilidad. No podemos continuar haciéndonos los vivos por más tiempo, o los platos rotos los pagaremos todos.

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