El Ministerio de Educación a través de los medios de comunicación social, ha publicado armas y drogas incautadas en manos de estudiantes, dentro de algunos colegios. He percibido un poco de control con la requisa de armas y con la aplicación de los correctivos por parte de los docentes. Pero la situación estudiantil continúa preocupante.
El director del Colegio de Artes y Oficio Melchor Lasso De la Vega, Raimundo Hurtado Lay, en declaraciones ofrecidas a una emisora (KWC, 9-agosto-2002) propuso la expulsión de los estudiantes del Artes y Oficios y del Richard Newman que participaron en las peleas callejeras en calle 50 de la ciudad de Panamá, los días 13 y 14 de agosto de 2002, sin embargo, hizo hincapié en que 10 días de suspensión no corrigen a nadie. Por otro lado, las declaraciones de la ministra de Educación, Doris Rosas de Mata, en La Crítica (16- agosto-2002) desautoriza públicamente al profesor Raimundo Hurtado Lay por expulsar estudiantes revoltosos y, no conforme con esto, lo acusa de mezclar la política partidista en la solución de los problemas estudiantiles.
Estas diferencias públicas me dicen que los docentes de alta jerarquía no se ponen de acuerdo, situación que hace crecer a los estudiantes revoltosos.
El hecho de que un joven sea estudiante y menor de edad no le da derecho a comportarse como un malhechor agresivo, desconsiderado y desafiante. Los adolescentes de antes no éramos tontos, nos respetábamos mutuamente y vivíamos en convivencia pacífica y nadie se dejaba de nadie. Las diferencias las dirimíamos en forma civilizada, haciendo uso del don del razonamiento y lográbamos ponernos de acuerdo. Con los gallitos de pelea como se les llamaba a los rofiones de hoy, la Policía hacía su trabajo, los directores de escuelas el suyo y los padres de familia también. El que no respetaba las reglas del juego, iba para la Nocturna Oficial o para la calle, es decir, para la escuela de la vida. No había alternativa. Y a nosotros, los que podemos contar los cuentos, que somos muchos y que hicimos lo correcto, hemos trabajado para este país y no podemos permitir que los adolescentes de ahora hagan lo que les da la gana, porque en el futuro ¿que país vamos a tener? Ya es hora de que se exija responsabilidad y respeto.
Un adolescente es cierto que está en formación, pero sabe lo que es bueno y lo que es malo. También reconoce sus deberes y derechos. Si un adolescente decide portar armas, pertenecer a una pandilla o consumir drogas, debe saber también que la ley panameña prohíbe portar armas y consumir drogas a los menores de edad en la República de Panamá. La ley también prohíbe la agresión física y verbal entre los ciudadanos.
Se habla y se analiza mucho. Nos tiramos la pelota de quién o quiénes son o fueron los culpables de esta situación alarmante que se vive en nuestros colegios, en donde se preparan los hombres y mujeres que en un futuro dirigirán nuestro país.
Pienso que el Ministerio de Educación no aplica los correctivos adecuados a los estudiantes problemáticos, por miedo al costo político, y sus autoridades se comportan de una manera muy paternalista en la toma de decisiones, lo que produce un gran efecto negativo. Se trata del mismo efecto de cuando una infección bacteriana no se ataca con el antibiótico específico y en forma masiva y las bacteria se multiplican, se vuelven muy agresivas y el paciente puede morir.
Los estudiantes revoltosos se han crecido y esto es muy peligroso. Hay que ubicarlos. Cuando se expulsen los primeros estudiantes, el resto pondrá las barbas en remojo. Cada uno debe pagar por sus errores.
El Ministerio de Educación, los docentes y padres de familia tienen el deber de cerrar filas de verdad y lograr que los estudiantes que porten armas, consuman drogas o pertenezcan a pandillas, sean sacados de los colegios y enviados a la Policía de Menores para ser juzgados por los delitos cometidos. Basta ya de tantos paños tibios, contemplaciones, lástima y psicología barata. Los que no quieren estudiar que dejen en paz a los que sí quieren hacerlo. En nuestra escuela secundaria hace tiempo ya... leía en una de sus paredes aquello que rezaba: Estudia y no serás cuando grande el juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos.