Como una pausa en el tiempo se guardó el enojo de los colonenses, el cual era evidente por los resultados de la mal llamada renovación de las 16 calles y avenidas de la ciudad de Colón. Esta provincia, que tiene una extensión territorial de 4,868.4 km y una población de 294,060 habitantes, se caracteriza por la convivencia de dos vertientes culturales de ascendencia africana: la afroantillana y la “afro colonial”.
La afroantillana surge con la llegada de los norteamericanos al país al iniciar la construcción del Canal de Panamá, quienes trajeron consigo gran cantidad de negros antillanos, principalmente de Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago y las Antillas menores, para realizar el trabajo pesado en estas construcciones. Estos inmigrantes trajeron su cultura antillana angloparlante la cual se manifiesta hasta el día de hoy en la gastronomía, la religión y la música.
La otra vertiente cultural, la llamada “afro colonial”, existe desde la conquista española y está ligada a la trata y trasiego de esclavos africanos. Dejaron como legado los bailes congo, en los que predomina la seducción y sensualidad entre el hombre y la mujer, pero esta última debe evitar que el caballero logre besarla. Sus vestidos son confeccionados con retazos de tela que dejaban sus antiguos amos (tradición realizada por sus antepasados).
En este territorio se observan grandes bondades comerciales, las cuales son de primer nivel competitivo, comparado con cualquiera de las regiones turísticas del Caribe. Allí resaltan playas, paisajes y ríos que cumplen con los más altos estándares culturales del mundo, aunado a las estructuras que datan de la época de la conquista de los españoles a América; qué decir de su posición geográfica envidiable, la cual le permite ser entrada y salida del Canal de Panamá, del Atlántico al Pacífico y viceversa.
Colón tienen los puertos más importante del país y, para muchos, de Latinoamérica. Y es en aquel lugar donde transita, desde el siglo pasado, el único ferrocarril de Panamá, el cual une por tierra los océanos más comerciales del mundo. También cuenta con una zona franca convertida en el centro de exportaciones e importaciones de América, sumado a un aeropuerto de talla internacional.
Recordamos frases de muchos gobernantes que han inclinada su mirada en beneficio de la región. Resalto la de Guillermo Endara, presidente emblemático, el cual en su campaña de 1989 pregonaba “Colón, mi querido Colón, mira cómo te han abandonado” y, recientemente, recalcamos la de Laurentino Cortizo, el cual repetitivamente manifiesta que Colón es una tierra de gente noble y buena.
Recientemente, con la administración gubernamental del pasado quinquenio, se reubicó una gran cantidad de residentes del casco antiguo de la ciudad en el nuevo proyecto de Altos de los Lagos, el cual será continuado por las actuales autoridades. Es evidente que esta acción social, gubernamental, mejoró el estado de vida de muchos colonenses, sin embargo, queda pendiente canalizar alternativas económicas que propicien la plena convivencia de todos, en un ambiente aceptable, donde todos tengamos acceso al crecimiento y desarrollo económico, sin tener la necesidad de depender de la manutención permanente de los gobiernos de turnos.
Se ha demostrado la capacidad académica, cultural y deportiva de los colonenses; solo nos queda comprender que somos parte de la solución y que tenemos en nuestras manos la superación de los obstáculos históricos que no nos han permitido entender que somos una Ciudad Luz.
El autor es docente universitario
