El año pasado, un par de astrónomos de la Universidad Johns Hopkins hicieron el ridículo mientras lidiaban con una simple cuestión: ¿de qué color es el cielo nocturno?
Karl Glazebrook e Ivan Baldry, tras estudiar las luces de estrellas de 200 mil galaxias, hicieron un promedio de los colores y anunciaron un resultado sorpresivo: tomado en su conjunto, el universo es verde.
El mundo vivió con un cosmos verdoso durante tres meses, hasta que los investigadores debieron retractarse. En realidad, el Universo es de un color beige muy pálido, casi blanco.
Eso no fue un error aislado. El firmamento esta plagado de conceptos falsos cuando se trata de determinar su color. Y muchos de esos equívocos pueden observarse en el cielo de junio.
En ese mes de máxima luz diurna, al menos para el hemisferio occidental, podemos comenzar con el sol, una típica estrella. Si se le pregunta a una persona de qué color es el sol, dirá que amarillo. Y si se le pregunta a los astronautas de la Estación Internacional Espacial, estos insistirán en que es blanco como la nieve. Y tienen razón.
La atmósfera de la tierra disemina parte del componente azul del sol, produciendo el color azul del cielo. El resto de la mezcla de luz, blanco menos azul, da como resultado un sol amarillento.
En lugar de debatir el color aparente del sol, sería mejor preguntarse: de todos los matices del sol, ¿qué color emite con más intensidad? La respuesta aparece claramente en el espectro que arroja un prisma de vidrio y un arcoiris.
El color más brillante es el verde, pues es allí donde la energía solar es más poderosa.
Si nuestro sol tiene su punto culminante en el verde, y las galaxias son conjuntos de soles, y la luz del universo proviene en su mayor parte de las galaxias, no hay por que asombrarse de que los astrónomos de la Universidad Johns Hopkins hayan concluido que el cosmos es verde.
El error que cometieron fue ignorar la forma en que la visión humana responde cuando gran cantidad de verde se mezcla con otros colores.
El color más notable no es el verde sino el rojo. Marte parece de color anaranjado rojizo cuando brilla bajo en la parte sureste del cielo de medianoche durante el mes de junio. El óxido de hierro en su superficie absorbe la mayor parte de la luz solar, pero refleja de manera preferencial la parte naranja del espectro.
Antares, visible en la parte sur durante la mayor parte de la noche, equipara el color de Marte. Su nombre significa en griego "rival de Marte", pero el tono anaranjado de la estrella tiene un origen diferente. Como cualquier trozo de metal calentado que tiene un brillo rojizo antes de blanquearse, Antares es una estrella relativamente fría que emite mucha más luz roja que cualquier otro color. Alta en el cielo nocturno, la brillante Arturo también brilla con un matiz anaranjado. Por cierto, el verde es un color que la estrella nunca consigue.
