Bajo el título: ¿Qué hacemos con los talingos?, el científico Jorge Ventosilla nos aclara, que “el talingo (Quiscalus mexicanus) es un ave negra, muy abundante en las ciudades. La hembra es de color marrón claro”. Agrega que es nativa de Panamá. Sus restos han sido hallados en basureros y sitios arqueológicos encontrados por el renombrado arqueólogo Richard Cooke, en la región de Azuero.
Sin embargo, y aquí doy inicio a mi reflexión, apuntalada por los ya mencionados especialistas, resulta claro y notorio que dichos pajarracos (término despectivo) hasta donde sé, no tienen control natural.
Se desplazan por lo general en bandadas, son omnívoros, es decir, se alimentan de cualquier tipo de insectos y también matan y despedazan aves de menor tamaño, como azulejos, tortolitas, chuios, chorotecas, etcétera, y engullen sus huevos y pichones con toda impunidad.
Conforman hordas numerosas, extendidas y consideradas por la comunidad como verdaderas plagas. Causan molestias con sus heces fecales pringándolo todo. Son invasoras de los espacios abiertos. Las hembras atacan a los transeúntes que pasan cerca de sus nidos, con picotazos en la cabeza. Y horrorizan los talingos a cuanta persona ve cómo descuartizan a las tortolitas, en un angustioso frenesí de alas y pico puntiagudo.
Además, con sus chillidos colman el ambiente donde van a pernoctar, por lo general, sobre los tendidos eléctricos y en las ramas de los árboles coposos.
El efecto depredador de los talingos, en los campos de cultivo, pone en peligro las cosechas de arroz. Los campesinos comentan, con añoranza, que ya casi no hay pájaros, que deleiten los sentidos con sus trinos.
Otra amenaza a la fauna la constituyen los coyotes. Venidos del norte y de Centroamérica. Sus poblaciones se han extendido, debido a la casi extinción de los lobos, depredador natural de los coyotes, por los granjeros en defensa de sus rebaños de cabras, ovejas, caballos, aves de corral y ganado vacuno.
Como explorador, aunque parezca difícil de creer, en mis andanzas me he topado con jaurías de coyotes dentro del parque Camino de Cruces, en sitios tan próximos a la vía Tumba Muerto, así como en la Ciudad Hospitalaria y Clayton.
Mi primera impresión al verlos es preguntarme: “Bueno, ¿qué hacen estos perros por aquí?”. Los integrantes de la manada se detienen, me observan por unos segundos y de inmediato echan a correr dando aullidos.
El Canis latrans es un mamífero carnívoro que se alimenta de pequeños animales conejos, ñeques, cervatillos, aves de corral y también de las sobras que encuentra en vertederos de basura donde se arrojan desperdicios de comida. También comen frutas, algunas hierbas y vegetales. No atacan a la gente y pueden ser ahuyentados con saltos y gritos.
¿Pero, qué hacer con los talingos y los coyotes? La fórmula está en el control equilibrado de dichas especies.
Urge que se adopten medidas científicamente planificadas en el país, de lo contrario perderemos, de forma paulatina, nuestra rica diversidad faunística. La Autoridad Nacional del Ambiente tiene la palabra.