INCONGRUENCIAS LOCALES.

El crecimiento económico de los ‘vivos’:

El paso del tiempo ha traído desvalores tan radicales a la sociedad moderna, que el robar –cuando es mucho por supuesto– se ha convertido en sinónimo de éxito. Así podrás ver en las películas éxitos de taquilla como el ladrón de alto vuelo, que –lejos de caer en manos de la ley– termina feliz en una playa de Tahití, disfrutando de los millones de los que se apoderó, paladeando margaritas y echado en una hamaca, junto a una top model, mientras recrea la vista en su yate que se mece anclado en la cercanía ondeando nuestra enseña patria (como en la obra de Tom Clancy, Sin remordimientos).

Y no te sorprendas si también porta un pasaporte diplomático extendido por nuestras autoridades elegidas democráticamente. Y como ahora ocupamos un puesto relevante entre los países globalizados, no podíamos dejar de adoptar estas maravillas amorales para el patio local.

Con el retorno de la democracia, fuera de que ya no irrumpen en las noches en tu casa para desaparecerte, la moral política en casi nada ha variado. Escogidos por una sociedad carcomida y amnésica, en el Poder Ejecutivo se pavonean los mismos actores de la dictadura que, temporalmente, han guardado sus armas y sus garrotes de "batalloneros" para empuñar un lapicero de ministro.

En el Poder Legislativo, la tradicional alteración de actas electorales ha sido reemplazada por un sistema reformado de asignación de "cuocientes" y "residuos", con el que se logra el mismo resultado fraudulento de antes, una mayoría legislativa sin el porcentaje proporcional de votos y el Poder Judicial, con la excepción de la primera corte nominada por el presidente Endara, continúa siendo el botín personal del mandatario de turno, guarda espaldas de su futuro.

Y este retorno del que son muy responsables los políticos civilistas, ha generado una situación en que los gobernantes, lejos de defender nuestra soberanía y economía, ruedan por el mundo ofreciendo el país entero como mercancía de buhonería a todo el que encuentren con una sustanciosa chequera, mientras localmente han inmerso a la población en una sarta de leyes y contratos, donde si bien el término de patente para "robar" no se menciona tácitamente –quizá por un atisbo de discreción– en la práctica ese ha sido el resultado. Los ciudadanos corrientes ven impotentes cómo les es sustraída una buena parte de los dineros que tanto les ha costado ganarse, para pasarlos a engrosar las cuentas de un pequeño grupo de insaciables empresarios, nacionales y extranjeros y de gobernantes que lo utilizan para sus placeres personales.

Le regatean centavos al productor agropecuario que trabaja de sol a sol. Arman un escándalo por el aumento del precio del arroz, cuando el productor tiene más de 20 años de ofrecerlo al mismo costo, y arman otro por el incremento del precio de la leche nacional de primerísima calidad que, deshidratada, vale tres veces más en los países donde los productores son "más eficientes".

Pretenden que la carne se mantenga al precio del siglo pasado y que, a pesar del aumento del costo del combustible, el costo de los pasajes se mantenga igual, mientras que las empresas nacionales y extranjeras que se llevan "la parte del león", son autorizadas periódicamente a aumentar sus tarifas.

¿Qué calificativo merecen las compañías que, amparadas por leyes hechas a su medida, sustraen a diario sumas millonarias de nuestros bolsillos? Entre esas están las de comunicaciones que han creado sus propios minutos de hasta un segundo; la arrendadora de autos que cobró en septiembre a su cliente 9 dólares con 44 centavos por 1.5 galón de gasolina "inventados"; los bancos, que si se comete un error gramatical en un cheque solvente de 60 dólares, lo devuelven y le cobran 35 dólares a los afectados; los usureros que, con la Contraloría General de cobrador, prestan al 10% mensual; las empresas eléctricas que te cobran por tener "guardados" unos kilovatios inexistentes para cuando los necesites; las petroleras que si hoy aumenta el crudo en Texas, mañana mismo suben los precios de sus derivados; las aerolíneas que, por cambiar tu hora o fecha de vuelo, cobran 100 dólares, aunque tengan disponibilidad.

Los robos cometidos por asaltantes callejeros tienen ese ingrediente de violencia que constituye un riesgo para la seguridad personal, pero desde un punto de vista estrictamente económico, creo que el producto anual de todos los asaltos callejeros juntos, es una bicoca comparado con las sumas que le son sustraídas a la población a diario mediante actividades que han sido elevadas a la condición de legales. Un solo ejemplo y como dicen en México, "al mero mínimo": si del "tiempo–aire" de los 2 millones de teléfonos celulares de prepago tan solo la mitad, un millón, utilizara solo dos veces a la semana medio minuto de "tiempo" sin consumir el otro medio minuto, que imagino es el "aire", pero que lo cobran completo, esos dos medio minutos no consumidos le cuestan a los usuarios 400 mil cada semana, 20.8 millones de bellos dólares anuales obtenidos por un servicio que nunca existió. Suma los más de 200 mil celulares de contrato donde esa misma situación ocurre a diario. Y eso es solo la "ñapa". Parece que si solo nos arrebataran nuestros dineros los asaltantes callejeros criollos, cuidándose de no recurrir a la violencia, el ciudadano común estaría participando del "crecimiento económico" del país.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Ministerio Público investiga presunta corrupción en el otorgamiento de trabajo comunitario a La Parce. Leer más
  • Detienen a sujetos vinculados al Tren de Aragua y desactivan minas. Leer más
  • Días feriados y fiestas nacionales en Panamá 2026: Calendario detallado. Leer más
  • Jueza imputa cargos y ordena detención domiciliaria a empresario por presunto peculado en perjuicio de Conades. Leer más
  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Venta de los puertos de CK Hutchison a BlackRock, incluyendo dos en Panamá, entraría en punto muerto, según WSJ. Leer más
  • Grupo Cibest acuerda vender Banistmo en Panamá a Inversiones Cuscatlán. Leer más