Cuentan que en la región de Cantabria, en España, en las profundas y tétricas cavernas de las montañas, habitan unos seres mitológicos descomunales, cabezones y horribles con un solo ojo –agudísimo, enorme y brillante– que lo ve todo por muy distante que esté y sus voces son tan terribles como si de un trueno se tratara. Son salvajes, vengativos y representan la maldad, la crueldad y la brutalidad. Son los Ojáncanos.
El Ojáncano tiene todo su cuerpo cubierto por un pelo áspero y rojizo que le viene de la espesa melena y la barba. En esta última le crece un pelo blanco, su único punto débil; si se le arranca, muere.
Entre sus maldades sobresalen talar árboles, secar ríos y pantanos, raptar jóvenes, destruir puentes, destrozar los cultivos. Además, siembran entre losaldeanos el rencor, la soberbia, la envidia y el hurto.
El Ojáncano vive con la Ojáncana, un monstruo más feroz que él. De aspecto igual al de su concubino y de terribles rasgos físicos: carichata y cabezona, adornada con greñas de cabello oscuro, sucio y alborotado. Tiene, sin embargo, dos ojos, cubiertos de lagañas, y carece de barba.
Su boca tiene dos colmillos afiladísimos en espiral que surgen de su sobresaliente labio inferior imitando a los de un jabalí; con éstos despedaza su manjar preferido: los niños. Pero, lo más característico de la Ojáncana es su “pechonalidad”… Dos pechos enormes y rojizos que le cuelgan hasta el vientre, de modo que cuando corre enfurecida, se los echa por encima de los hombros para que no la estorben...
Estos pechos no son símbolo de afecto materno porque esta raza sanguinaria está falta de sentimientos.
No se sabe exactamente cuántos Ojáncanos y Ojáncanas han existido o existen en los inaccesibles montes cántabros. Tampoco se sabe cuánto(a)s han emigrado, con su maldad a otras regiones, países y, ¿por qué no? a nuestro pacífico terruño.
Ah… Pero así como todos los antihéroes (El Guasón, La Gatubela, Lex Luthor,) tienen sus antagonistas (Batman, Robin, Supermán, la Mujer Maravilla), estos ogros cantábricos también tienen los suyos: las Anjanas. Mujeres hermosas de pupilas negras o azules y brillantes como luceros y sus cabellos son largos y finos adornados con flores y lazos de seda. Se visten con delicadas y bellas túnicas de seda blanca con pintas relucientes como estrellas y una larga capa azul con pespuntes rojos y dorados. Llevan sandalias (aunque algunos dicen que van descalzas) y un báculo con extraordinarias propiedades mágicas con el que apacigua a las bestias solo al tocarlas.
Las Anjanas son bondadosas y protegen a la gente honrada, a los enamorados, a quienes se extravían, a los desamparados, a los que sufren de este capitalismo salvaje, a los que la ley no protege, a los que tenemos que soportar la publicidad engañosa de los candidatos a la presidencia y demás puestos de elección.
Pero las Anjanas también castigan. ¿A quiénes? A los que mienten al publicar las cifras sobre el comportamiento de la economía; a los que desaparecen los “muñequitos” del parque Omar; a los que aumentan los precios de los artículos y servicios que componen la canasta familiar ampliada; a los que secan los manglares; a los que importan cebolla intoxicada; a los empresarios sin escrúpulos; a los que ofrecen aguardiente a la población; a los que mantienen cautivos a los pájaros; a los que dan concesiones a las constructoras para que erijan edificios que no “es para la gente” de a pie.
En estos días de fiestas, las Anjanas llegan a las poblaciones con la intención de traer regalos y juguetes a las familias pobres. Este año, me avisaron, que vendrían para Panamá y les pedí que trajeran unos cuantos dólares no devaluados para distribuirlos a los que no les alcanzan los 50 “palos” que les regala Martín y a los compañeros de don Eladio que reclaman todos los días por que se les aumente la pensión.
Les pedí, también, que alquilaran un post panamax y se llevaran a todos los Ojáncanos y Ojáncanas con sus pelos blancos, sus bembas colorá’s, sus manos sucias y sus caras mustias para que todos los que combaten a los Ojáncanos y Ojáncanas tengan un 2009 lleno de felicidad.
