Samantha Henry planas@prensa.com El 11 de septiembre de 2001, el panameño Hursley El Chino Lever se encontraba en el sótano de la torre 1 del World Trade Center, de Nueva York. Estaba en el taller de mecánicos. De repente, una explosión lo lanzó a través del cuarto, destrozándole el tobillo de su pie derecho. En ese momento, nadie imaginaba que un avión se hubiera estrellado contra la torre y que desde la cima cayera por el pozo del ascensor una lluvia de combustible de avión para finalmente explotar en el sótano.
Estaba haciendo un trabajo, más o menos a las nueve menos veinte de la mañana, y lo único que escuché fue una explosión que me hizo caer de espaldas, recordó Lever, quien por 12 años trabajó como mecánico en el departamento de ingenieros del World Trade Center.
A pesar de su grave herida, Lever calmó a su colega que lo ayudaba, diciéndole que tenía que escapar y tratar de llegar hasta el estacionamiento que quedaba, al igual que el taller, cuatro pisos bajo del nivel de la calle, en las torres gemelas. Cuando logré salir, vi que los cuerpos volaban por los cielos, dijo el sobreviviente.
