Aunque parece algo insignificante, la verdad es que no se sabe si el presidente de la Republica tiene asesores, incluyendo de imagen, porque desde el primer discurso cuando asumió la Presidencia, la sucesión de errores, cuestionamientos y deslices no han cesado.
¿De quién es la culpa? ¿De sus asesores o de él? Los asesores se refugian en la limitante de dar consejos u opiniones, y no toman decisiones respecto a las mismas. Cierto.
Para la edad de ocupar el cargo presidencial, la persona ya debe comprender lo bueno, lo malo y lo feo; además, por su grado académico, debe haber obtenido buenas cosechas culturales que lo capacitan y lo habilitan para ser un presidente con criterio, de manera que su gestión sea memorablemente aceptable para la historia y dado los momentos que vividos.
En lo que va del período presidendencial, se han registrados hechos notorios; otros tienen presunciones o indicios y sospechas de desbarajustes, errores, horrores, pifias, abusos, ilegalidades, rebuscas, tráfico de influencia, negociados, sobreprecios, “coimisiones”, despilfarros y hasta corrupción e impunidad. Pero la feria política/social, como parte de la vida, sigue con sus risas, parrampanadas, subsidios, limosnas y lamentos, a pesar que el carrusel electorero aún no está girando.
La Covid -19 ha dejado muertos y lisiados, y originado un pandemonio que no se sabe para dónde ir o, simplemente, no se quiere ni mencionar. Se han producido tantas bajas y estragos similares al de una guerra mundial, en donde los sobrevivientes aun no pueden cantar y festejar victoria alguna.
Quizás la ausencia de un análisis autocrítico o examen de contrición de parte del partido gobernante y del propio Gobierno han impedido la toma cabal de conciencia de esta situación, por lo tanto, se denota una ignorancia atrevida, arrogante e indiferente a la crisis, a tal punto que el sacrificio del “trabajo voluntario” se utiliza de pretexto para murgas y bailoteos.
El trabajo voluntario tiene su mística profundamente humana que hay que resaltar, valorarla dentro de sus circunstancias y objetivos. En el campo, se lleva a cabo en las juntas de embarre para construir una casa; en las cosechas, “para ganarse un peón” y contar con la ayuda cuando le toque cosechar la suya. Si bien al final de la jornada se celebra con guarapo o chicha fuerte, todo se da en otras circunstancias. Con el gobierno de Omar Torrijos, el trabajo voluntario se practicó con las llamadas “yunta Pueblo-Gobierno”, para construir caminos, carreteras y otras obras comunales.
En momentos de crisis, desgracias o pandemias, el trabajo voluntario es para exaltarlo, señalar sus cualidades, valores intrínsecos, méritos, sentido filosófico y humano, con mayor vehemencia. Es para reconocer a las personas que lo llevan a cabo entre muertos, moribundos, heridos y dolientes, la loable labor solidaria que quedara en la historia patria. Si esa ha sido la intención del presidente y/o asesores, se fueron de lo sublime a lo ridículo.
El autor es ciudadano


