Las niñas y los niños son hijas, nietos, sobrinas, hermanos, primas, amigos, compañeras con sueños y mucho más. Son el futuro. Pero no todos estos pequeños y fantásticos seres están bien. Pienso que entre todas las cosas que tenemos que hacer en nuestras vidas, los derechos que disfrutar y los deberes que cumplir, no hay ninguna más importante que el deber de proteger a la niñez. Es responsabilidad de todo mayor de edad, velar y esforzarse por lograr el bienestar de nuestras niñas y nuestros niños, no importa quiénes sean su padres, abuelas, tíos, hermanas, primos, amigas y compañeros.
Me pregunto ¿cómo se sentirán los menores en familias donde los adultos cometen actos de corrupción, destruyen la biodiversidad de nuestros bosques y parques nacionales, e intencionalmente, solo para lucrar, cometen actos que se sabe son indebidos? Si los menores no lo entienden hoy, ¿cómo se sentirán cuando crezcan y lo entiendan? ¿Cómo se sienten los adultos en esas familias sabiendo que los menores saben o llegarán a percatarse de sus actos indebidos? ¿Qué herencia les estamos dejando?
Por nuestra juventud, por nuestro futuro, y el de ellos, debemos tener cuidado de votar el 2 de mayo por personas que tengan planes de trabajo que en todo momento velen por un exitoso presente y un mejor futuro para Panamá. Debemos escoger gente que piense en soluciones integrales y sostenibles a favor del bien común. Aunque sean nuestros amigos, no podemos escoger a personas que sabemos son incompetentes, que han cometido -o que han dejado cometer- actos de corrupción, que destruyen nuestros bosques y costas. No podemos escoger a gente que solamente piensa en el dinero, sin cuidar del bienestar de la ciudadanía. No podemos promover el pandillaje, es decir, escoger a personas que piensan en sus partidos por encima del bien nacional.
Este ejercicio no es fácil, pero el que no se preocupa por sus deberes se expone a perder sus derechos. Entre otras cosas, tenemos que conversar con vecinos, ilustrarnos, participar en asociaciones cívicas y comunitarias, y exigir el buen desempeño de los funcionarios. Esto debemos hacerlo cotidianamente, de por vida.
Cumplir responsablemente con el importante deber y derecho de votar, es también una forma de llevar a cabo esa gran tarea de velar por el futuro de la juventud, de los niños y las niñas, y también del nuestro.