Sofía K. de Kosmas skosmas@prensa.com Si usted visita El Valle de Antón, en la provincia de Coclé, se percatará de que hay ciertos moradores del área que han estado desapareciendo.
Y a pesar de que su apariencia no es la más atractiva, y su tamaño no los hace una población muy influyente, su historia en El Valle de Antón marcó su huella y los convirtió en un símbolo turístico local e internacional.
Se trata de la población de la ranita dorada, el diminuto anfibio que colmaba los ríos y quebradas de El Valle y otras áreas del país.
Hoy, esta ranita ya no existe en este rincón de Panamá, indica Roberto Ibáñez, investigador científico asociado del Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian.
Ibáñez ha observado con preocupación la desaparición de la ranita dorada, no sólo por su valor como parte de la biodiversidad nacional, sino también como un atractivo turístico.
"Lo tenemos que ver desde un punto de vista práctico para nosotros", explica el científico. "Todo panameño lo considera como un símbolo del país, ya que solamente se encuentra aquí en Panamá".
Sin embargo, para algunos, la desaparición de esta especie no representa un peligro para la industria turística del área.
Para Ricardo Arango, gerente general del Hotel Campestre de El Valle, la extinción de la ranita dorada es una realidad, pero no considera que golpeará significativamente el turismo.
"[El turismo] no ha sido afectado por esto, porque cuando la gente viene a El Valle no viene a ver la rana dorada, viene a ver otras cosas", opina Arango. "El turista viene a disfrutar del ambiente, de los hoteles, restaurantes y artesanías. La ranita dorada no es el punto principal para que un turista venga a El Valle".
De hecho, Arango no está totalmente de acuerdo con Ibáñez con respecto a la desaparición total del anfibio en el área.
"De que están en extinción, si están en extinción, pero no han desaparecido 100%. Todavía hay ranas doradas en El Valle" agregó.
El hotel cuenta con una enorme jaula cubierta de follaje en donde habitan unas 10 ranitas doradas para que los turistas las vean. Además, tienen fotos de ellas, y hay un cartelón del Smithsonian que complementa la explicación científica. El zoológico local del Níspero también mantiene una cantidad de estos anfibios para la exhibición local.
Pero Arango admite que "hace muchos años atrás, esas ranitas andaban por todos lados en El Valle, los ríos más que nada, en lugares húmedos". Hoy, si se encuentra una alrededor de los ríos o en las montañas, es mucho pedir.
El piensa que las personas que se las llevan para Panamá con el ánimo de venderlas no logran nada al final, pues advierte que "esas ranitas mueren cuando llegan a Panamá porque ese no es su hábitat".

