Es lamentable que un diario local publicase unas declaraciones que sobre demonios hizo un exorcista autorizado, y que algunas autoridades católicas panameñas auspicien la diseminación de conceptos obsoletos dentro de la misma iglesia. Los teólogos actualizados enseñan que, igual que en las tribus indígenas de las selvas más remotas, en tiempos de Jesús los conocimientos de medicina eran mínimos e, igual que entre dichos indígenas, cuando una persona tenía algún dolor o comportamiento extraño cuya causa no era visible externamente, imaginaban que estaba poseída por un demonio: un espíritu maligno que causaba una enfermedad. Esto explica algunas expresiones evangélicas como "poseído mudo", "espíritu sordo y mudo" y que Jesús siempre "expulsaba demonios".
Lo anterior en nada desmerece que Jesús sanara milagrosamente las enfermedades físicas y psicológicas de numerosas personas; pero sería un exabrupto alegar que, porque los primeros cristianos no sabían de medicina interna, la iglesia deba perpetuar unas diagnosis médicas primitivas.
Por otro lado, la iglesia enseña que el diablo existe, de allí que resulte importante conocer la diferencia entre diablos y demonios. Es perfectamente concebible que, entre muchos otros seres, Dios creara seres espirituales o ángeles, quienes inicialmente tuvieran libertad paraobedecer o no al Creador, igual que los hombres. Y es concebible que algunos ángeles escogieran llevarle la contraria a Dios, igual que algunos hombres. Se denomina diablos a esos ángeles rebeldes, cuyo cabecilla también conocemos como Satanás.
Basada en el libro del Génesis, la iglesia enseña que Satanás únicamente puede tentar a las personas, tratando de convencerlas de que Dios no las quiere ni desea su máxima realización. Satanás jamás logró engatusar a Jesús.
Es imposible que Satanás pueda forzar a alguien a actuar mal, ya que, de poder hacerlo, ello constituiría una negación de la libertad humana. Solamente aquellas personas que voluntariamente practican ritos satánicos y hacen "pactos con Satanás" se exponen a terminar, no exactamente enfermas, pero sí subyugadas volitivamente por él. El libro titulado ¿Quién tentó a Jesús? ¿El Diablo y el demonio son lo mismo? (Editorial Lumen, 1995), escrito por Ariel Álvarez Valdés, doctor en Sagradas Escrituras de la Universidad de Salamanca, amplía este tema.
El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) hace importantes observaciones en el libro titulado Hechos Extraños a la Luz de la Ciencia y de la Fe (Centro de Publicaciones del Celam, 1997), del padre Jaime Vélez Correa, doctor en filosofía de la Universidad Gregoriana de Roma y secretario ejecutivo de la Sección para la Cultura y del Secretariado para los No–Creyentes del Celam. La Conclusión de esta obra en parte señala que: "El fenómeno de la expansión del satanismo… nos hacen pensar que nuestra evangelización y catequesis son deficitarias, si no desacertadas. Se infundió una religión de miedo a Satanás". Y luego añade: "No negamos que una víctima, aparentemente poseída, mediante oraciones y exhortaciones persuasivas y ‘sugestivas’ pueda dejar de manifestarse como poseída, pero con ello no se ha probado que realmente se le expulsó al Diablo"; "…el curandero [también] sugestiona con un acto religioso…"; y, finalmente, "En lugar de exorcismos deberíamos emplear bendiciones a los enfermos y con ello no haríamos propaganda a Satanás…". Siguiendo el ejemplo de Jesús, el Celam promueve enseñanzas que liberan del miedo. Recordemos que Juan Pablo II solía decir: "No tengáis miedo".
El autor es ingeniero jubilado y periodista
