A raíz de la iniciativa de los propietarios de hoteles dirigida a coordinar acciones con el Gobierno Nacional para impulsar una campaña de promoción internacional que logre que el turismo florezca en el país, han surgido voces que opinan sobre esta temática sin contar con la información necesaria.
Ajenos a la industria del turismo, en algunos casos bien intencionados, pero la mayoría de las veces los comentarios van dirigidos a descalificar en términos que en nada contribuyen a una actividad que ha comprobado su enorme efecto multiplicador y su potencial como verdadero motor de la economía nacional.
Aquellos que afirman que en Panamá hay demasiados hoteles, deberían considerar algunos ejemplos de los países vecinos. Panamá cuenta con aproximadamente 20 mil habitaciones. Costa Rica, por su parte, tiene 45 mil habitaciones. República Dominicana posee 69 mil habitaciones, y solo en Punta Cana hay 37 mil. En tanto, Cancún y la Riviera Maya tienen unas 90 mil.
Por otro lado, según cifras de la Contraloría General de la República, mientras en 2011 se invirtieron $34.2 millones en la construcción de ocho hoteles, esa cifra aumentó considerablemente al pasar a $109.8 millones en 2012, con la construcción de 10 hoteles, y a $114.1 millones en 2013, cuando se construyeron otros 12. La inversión cayó a $8.8 millones en 2014, cuando solo se construyeron cuatro hoteles. No se tiene registro de inversión hotelera en 2015.
Otro indicador preocupante es que mientras la industria del turismo ocupaba en la capital a 31 mil 44 trabajadores en 2014, esa cifra se redujo a 29 mil 998, en 2015, con una caída del 3.6%, equivalente a mil 116 puestos de trabajo. Los salarios de los trabajadores de ese sector sumaron $312 millones en 2014, mientras que en 2015 disminuyeron a $309 millones. Según los propietarios de hoteles las cifras reales de pérdidas de empleos en el sector son mucho mayores.
Por otro lado, la estadía promedio de los 2.5 millones de visitantes que el año pasado llegaron al país fue de tres días. Aunque más de la mitad, que se identificaron como turistas, realmente vinieron por algún negocio. Eso significa que los turistas vacacionales, es decir, aquellos que llegan por su propia cuenta, y no para hacer negocios, son un poco más de un millón.
En los destinos turísticos de Costa Rica, México y República Dominicana, comparativamente, los visitantes tienen un promedio de seis días de estadía. Los turistas realmente van de vacaciones a esos sitios.
Otro aspecto a considerar es que de las 20 mil habitaciones existentes en Panamá, la mitad tiene 10 años o más de antigüedad y, a lo sumo, hay 5 mil adecuadas para la celebración de congresos y convenciones. A los organizadores de este tipo de eventos y a los asistentes no les gusta emplear hoteles pequeños ni antiguos.
Si solo se cuenta con 5 mil habitaciones nuevas y aptas para celebrar congresos y convenciones, y los hoteles que las poseen deben brindarles servicios a sus clientes frecuentes –que representan un 50% de ocupación–, eso significa que solo se contaría con 2 mil 500 habitaciones disponibles para organizar congresos y convenciones.
Ante una inversión cercana a los $190 millones para construir un nuevo centro de convenciones en Amador, lo primero que hay que garantizar es la atracción de eventos de mediano tamaño, porque en la capital no hay dónde alojar a los participantes.
Además, la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) debe iniciar, cuanto antes, una campaña internacional de preventa de las facilidades del nuevo centro de convenciones, de lo contrario se tendrá un elefante blanco vacío y subutilizado en eventos locales. Urge, al mismo tiempo, que la ATP contrate un administrador para esas nuevas instalaciones, con experiencia en promoción internacional y en atraer los congresos y convenciones que interesan al país.
Preocupados por la situación de la industria del turismo, los propietarios de hoteles han llevado sus inquietudes a los ministros de Economía y Finanzas y de Turismo para concretar una alianza entre el sector público y el privado e iniciar cuanto antes una campaña de promoción internacional. El sector privado está preparado para gestionar ese proyecto nacional de largo aliento. La expectativa ahora es qué hará el sector público para jerarquizar una industria llamada a convertirse en un sólido pilar de la economía panameña.
