No recuerdo quién dijo "Felices los pueblos cuya historia se cuenta con aburrimiento". Ese chispazo verbal debe haberlo soltado uno de esos brillantes personajes que tienen la suerte de tener siempre cerca a alguien que se encarga de recoger palabras para la posteridad. Lo de la historia aburrida, supongo, debe guardar relación con países en los que nada tremebundo ni escandaloso ni sensacional sucede.
Panamá, definitivamente, no cabe en esa categoría. En esta espigada cintura del continente no hay forma de aburrirse aunque confieso que el primer año de gobierno de Torrijos me pareció algo soso y no sé, todavía, si es buena o mala señal.
Si lo miro por el lado positivo, tendría que aceptar que no he visto derroches, ni cortadera de cintas en ferias y patronales, ni parrandas al estilo Punta Mala.
La Cumbre que reunió a los países del Caribe fue tan frugal que no se gastó en ella ni el millón de dólares que tenía en presupuesto y no necesitó lujosos Cadillac (pero qué pena los presidentes asoleados). Igual que el presidente norteamericano Thomas Jefferson, "Estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo".
Tranquiliza que no ha aparecido ningún copión de "durodólares" ni helicópteros hundidos a balazos. La pareja presidencial, exceptuando que él es el presidente de la República y ella la primera dama, es un matrimonio como muchos otros, con niños, casa, perros, suegros, etc.; la señora Torrijos no parece necesitar que un peluquero le ande pisando los talones ni parecen enloquecerla los diseñadores extranjeros de alta factura. O sea, que la pareja no da tela "para la tijera". Los ministros, todos tan sobrios y serios no me facilitan la tarea de escribir como lo hacía antes, en otros tiempos, cuando no escaseaba el material malo (para el país) pero bueno para armar los escritos.
Hasta la fogosa Balbina Herrera que en una ocasión tuvo un encuentro "cuerpo a cuerpo" con los policías durante la visita del primer Bush de ingrata recordación, está de lo más ministerial. Noto (con alivio) la ausencia del colorido Panchito Reyes, el dandy de la Asamblea, el de pistola en mano y kimono rojo de seda. Se siente el vacío que dejó la singular Mariela Jiménez con su peculiar verbo, y el tajante estilo del PRD Gerardo González, el del permanente sombrero con la cinta tricolor. ¿Y cómo olvidar a la señora Ana Mae de Endara, que tuvo a bien regalarnos inolvidables momentos como primera dama? Y que durante la presidencia de Moscoso nació, casi de manera oficial, el "afudólar" y el durodólar, papel moneda desconocido en el resto del mundo. ¡Qué tiempos, señores!
Ver al reposado presidente Torrijos danzar con una ciudadana ngöbe buglé no tiene punto de comparación con aquel memorable baile de la señora Moscoso con el legislador Afú, con coquetos quiebres de cintura y los "tres golpes" bien coordinados.
Las conferencias de prensa actuales carecen de la atmósfera "a lo Poirot", que tenían aquellos cuasi-aquelarres que convocaban Escalona, ex ministro de Gobierno y Justicia; Barés, de la policía y Jarvis, nuestro Hoover criollo.
En esto de la seguridad nacional, abro paréntesis para intercalar un comentario sobre una noticia que me preocupa: que el presidente Torrijos ha contratado como asesor a un español que estuvo enredado en un lío de "pinchazos" telefónicos cuando era jefe de un departamento del CESID, organismo de espionaje español (La Prensa 17/9/05). ¿A santo de qué pone el presidente nuestra seguridad en manos de un extranjero? Que nos espíen desde afuera con sofisticada tecnología satelital no lo podemos impedir pero de ser cierta esta noticia, quisiera una explicación sobre algo que así, a simple vista, me parece un error garrafal. Cierro paréntesis.
Tengo fresca en la memoria la sesión de la Asamblea para nombrar a Winston Spadafora y Alberto Cigarruista para magistrados de la Corte Suprema de Justicia; la tensión se sentía en el aire, los celulares de los legisladores no dejaban de sonar; cuchicheos, maletines y gestos eran espiados, y en medio de ese bochorno, escándalo mayúsculo que debería aclarar este gobierno: el caso CEMIS. ¡Qué suspense! Con la primera postulación a la CSJ que hizo el gobernante actual fue lo contrario: cero misterios, no había por dónde escarbar relaciones amistosas ni compadrazgos de la señora Troitiño, todo mundo contento, o por lo menos tranquilo, sin acusaciones turbias... una historia felizmente aburrida. Acostumbrada a personajes y situaciones casi inverosímiles (como que pagáramos los lujosos atuendos de la presidenta Moscoso) este primer año de gobierno me resultó casi monótono.
Para no ser mal interpretada aclaro que soy partidaria de esta clase de aburrimiento, más saludable que las ventoleras de escándalos y disgustos que con tanta frecuencia tuvimos que sufrir, y cuyos efectos aún se sienten. Especialmente en lo referente a una Corte Suprema de Justicia hundida en el fango del desprestigio.
Nueva Orleans tuvo su "Katrina" y nosotros nuestra Mireya que a su paso dejó una estela de daños que, si bien seguimos resintiendo, deben ser superados.
Los cuatro años que le restan de gobierno al presidente Torrijos deberán ser más productivos que el primero si los usa para imprimirle la fortaleza y las acciones que prometió durante su campaña. Por buenas razones dijo Napoleón: "La obra política más difícil es obtener la confianza antes del éxito". Dos tareas que tiene pendientes el presidente Torrijos.
La autora es periodista y escritora