Hace poco leí en secuencia tres libros sobre la crisis financiera y la economía, todos muy interesantes. Uno se titula Un fracaso del Capitalismo (A Failure of Capitalism) de Richard Posner. Otro La Crisis de 2008 y su significado (The Crash of 2008 and what it meant) de George Soros, y El Economista Romántico (The Romantic Economist) de Richard Bronk; confieso que este último libro lo pedí por el título (para muchos esto es un oxímoron o –como mínimo– que el autor estaba sufriendo de esquizofrenia intelectual). En este escrito usaré frases e ideas de los tres libros.
Posner simplifica las razones de la crisis en que vivimos en dos hechos peligrosos: Intereses bajos y la “desregulación” financiera que se inició en los años 70. Intereses bajos convierten el endeudamiento en barato, y desincentiva el ahorro. Como las casas se compran con deuda y el inventario de casas demora, los precios aumentan y… el resto es historia conocida.
La banca es un negocio inherentemente riesgoso: recibe o pide prestado dinero al público (depósitos) ofreciendo seguridad, y presta ese dinero tomándose riesgos. Típicamente recibe el dinero a corto plazo, y los presta a más largo plazo. En el largo plazo muchas cosas pueden fallar, poniendo el dinero recibido a riesgo. Si los depositantes sienten ansiedad sacan su dinero, y la historia también es harto conocida. Por eso es que la banca tiene que ser firmemente regulada. No es lo mismo “desregular” las líneas aéreas, con lo que se afecta a algunos, que “desregular” la banca que afecta a todos y al país. Por suerte en nuestro país la banca ha sido prudente, sus préstamos fueron hechos por sus oficiales y no comprados a intermediarios, y la regulación ha sido estable y profesional.
Ahora bien: si hay una profesión que tiene que someterse a una autocrítica profunda, es la profesión de economista. La mayoría de los economistas había determinado que las depresiones eran ya asunto del pasado, al punto que se anunció el fin del estudio de economías depresivas, y la dedicación a asuntos de economías de crecimiento… y estalló la depresión más profunda desde los años 30. La ceguera de los economistas es entendible porque empíricamente no pueden comprobar teorías rivales; además, se desarrolló una separación entre lo económico y lo financiero. Todos fueron sorprendidos, incluso la Reserva Federal (diseñada para atender liquidez, no solvencia) y los gobiernos. Están todos “manoteando” soluciones; como ejemplo, para “salvar” la industria bancaria y de autos, el Gobierno “se las tragó”. ¿No es eso un contrasentido? ¡Socialización de las pérdidas para luego privatizar las ganancias poscrisis!
En cuanto a Bronk y su libro de novedoso título, indica que los economistas tienen que tomar mucho más en cuenta que los seres económicos –además de razonamientos deductivos y cálculos de optimización– tienen también imaginación, creatividad y sentimiento frente a lo incierto del futuro. Insiste que deben incluir la filosofía y literatura del romanticismo como ingredientes centrales a sus análisis de las posibles tendencias socioeconómicas. Si los economistas quieren seguir siendo relevantes, deben pensar que requieren de modelos y perspectivas radicalmente diferentes, incluyendo los ingredientes –hasta ahora olvidados– de que la imaginación juega un papel en la ciencia, que el sentimiento es lo que mueve la conducta económica del ser humano… y que, por lo tanto, es menos predecible de lo que pensaban; además, la noción mecánica del equilibrio de los mercados ha comprobado ser una falacia.
Según Soros, la gente le pregunta qué ve en el futuro y les contesta: no te puedo decir, porque no sé. Nadie sabe. Lo que sí sé es que todavía no hemos aprendido a gobernarnos, así que vivimos con una gran inseguridad y graves peligros. Como es difícil aceptar la inseguridad, la tentación es escapar de ella engañándonos, lo cual solo creará más dificultades.
Estamos tomando decisiones sin tener el necesario conocimiento. Eso nos hace muy poderosos. Nuestras decisiones tienen gran impacto. Podemos estar haciendo mucho bien o mucho mal. En estos momentos nadie sabe si es uno u otro.
¡Qué momentos más interesantes nos ha tocado vivir! Incluso, a lo mejor podríamos llegar a conocer a economistas románticos.