Al hablar del árbol o el bosque lo asociamos por lo general con la producción maderera y dejamos de lado sus otras funciones de conservación. Por eso, es importante reconocer su multifuncionalidad, traducida en términos de bienes y servicios ambientales que ofrecen a la sociedad en general. El árbol, como elemento natural, es un compañero inseparable del ser humano. Nos beneficiamos de su presencia y no solamente nosotros, sino también las otras especies. Desde muy temprana edad, nos percatamos de la protección que nos brinda, nos da abrigo, alimentos, nos refresca bajo su sombra, nos reconforta, nos da oxígeno, embellece nuestras casas y ciudades y elimina el peligroso dióxido de carbono, entre otras cosas.
El bosque nos brinda también otros beneficios económicos y ambientales. Son necesarios para la producción de agua y energía. Por ejemplo, los bosques prestan servicios de protección en las cuencas hidrográficas, lo que se refleja en la cantidad y calidad del agua disponible.
Un aproximado del 30% de las ciudades más grandes del mundo depende hoy de los bosques para su suministro de agua. Las cuencas bajas se aprovechan para actividades de riego, generación de energía hidroeléctrica, sistemas municipales de suministro y la industria. De aquí la necesidad de proteger los bosques en las partes altas de las cuencas para mantener estos beneficios que sustentan el desarrollo económico.
Los bosques también contribuyen a la seguridad alimenticia, ya que facilitan la producción agrícola y aportan importantes fuentes de alimentación. Igualmente el uso de la leña que sale del bosque es un combustible barato y accesible en las comunidades rurales.
Los bosques están vinculados a la producción sostenible de diversos modos, directa e indirectamente, sirven de apoyo a los sistemas agrícolas y les corresponde un papel en el desarrollo rural y en el mantenimiento de la integridad ecológica y en la creación de oportunidades de empleo y generación de ingresos.
La presencia de bosques es importante para la salud, porque actúan como barreras para muchos organismos que viven en él, que, de no haber bosques, éstos se trasladarían hacia las viviendas cercanas en busca de abrigo y alimentos y así ocasionarían enfermedades contagiosas (todos recuerdan el virus del hanta).
En cuanto al turismo, los bosques son indispensables para desarrollar actividades de recreación, esparcimiento y meditación. El turismo de montaña cada día aumenta debido a la contaminación de las ciudades. Recordemos que sin bosques no puede haber este tipo de actividad. El turismo ecológico también depende de los bosques por la alta biodiversidad que ofrecen, por ejemplo, la cantidad de especies de aves que albergan y que los turistas vienen a observar. Su aporte al cambio climático es indiscutible. Ante este problema ambiental que afecta a todo el planeta, los bosques se constituyen en alternativas importantes para reducir los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Además, producen oxígeno vital para la vida en la Tierra.
La industria forestal bien desarrollada puede generar miles de empleos directos e indirectos mediante la reforestación. Esta actividad contribuye a estabilizar la tasa de migración proveniente de comunidades rurales hacia las ciudades, al ofrecerles opciones de trabajo y desarrollo de negocios forestales, además de recuperar suelos en proceso de degradación.
En conclusión, debemos recordar que la dualidad de función que tiene el árbol y el bosque (conservación y producción), debe ser reconocida y valorada en su justa dimensión y que está disponible para contribuir a nuestro desarrollo sostenible. Estas ideas son importantes tenerlas en cuenta en esta fecha en que se celebra el Día de la Fiesta del Árbol.