Conocimiento

Educación científica, un pendiente urgente



La Ciencia y la Tecnología juegan un papel fundamental en la sociedad del siglo XXI. Los aportes que brindan son indispensables para avanzar en la Agenda 2030 y en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Para alcanzar el fin de la pobreza, necesitamos una población científicamente preparada, que no sea simple espectadora de los problemas que obstaculizan progresar hacia una sociedad sostenible.

Un ejemplo de la relevancia del conocimiento científico se hace evidente durante la pandemia de la Covid- 19. La necesidad de información científica sobre la crisis sanitaria requiere, para que la data sea entendible y accesible a la población, una correcta formación en ciencias básicas.

Para superar los desafíos que enfrentamos, es indispensable contar con una educación que desarrolle las habilidades y las competencias necesarias para afrontar los requerimientos de capital humano de una economía competitiva y en constante cambio. La educación y su fuente de actualización, la investigación, son críticas para la adquisición y generación del conocimiento, fundamentales para el desarrollo de las naciones.

Es estratégico asegurar a todos los estudiantes, aprendizajes de calidad, en especial, en lo científico. El sistema educativo no solo no ofrece la oportunidad de estos aprendizajes, sino que las metodologías utilizadas tienden a tener el efecto contrario: estudiantes que no muestran interés por aprender ciencias que no desarrollan una inclinación hacia profesiones científicas. Según Beatriz Macedoi, en su Policy Paper para el Foro Abierto de Ciencias de América Latina y el Caribe (CILAC 2016), “debe darse una profunda transformación de la educación científica, en cuanto a qué se debe enseñar, a quiénes y cómo se debería enseñar”.

En la Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el siglo XXI, se advierte que “para que un país esté en condiciones de atender las necesidades fundamentales de su población, la enseñanza de las ciencias y la tecnología es un imperativo estratégico. Como parte de esa educación científica y tecnológica, los estudiantes deberían aprender a resolver problemas concretos y a atender a las necesidades de la sociedad, utilizando sus competencias y conocimientos científicos y tecnológicos”.

La finalidad de la educación científica debe ser la alfabetización en conocimientos y competencias de toda la población en temas relacionados a la ciencia y a la innovación, de modo que sean capaces de tomar decisiones de forma responsable y crítica sobre los avances tecnológicos, el medio que nos rodea y los cambios provocados por la actividad del ser humano en el entorno.

La alfabetización científica no tiene que estar necesariamente orientada a la formación de investigadores o académicos. La enseñanza de las ciencias no debe ser excluyente. Requiere estar ligada a los principios educativos de comprensión y equidad de modo que los miembros de una sociedad cuenten con las herramientas necesarias para tomar decisiones basadas en evidencia.

Para que una sociedad use la ciencia como una herramienta para la mejor toma de decisiones, se requiere que, la sociedad, a su vez, le dé el valor necesario a la ciencia. Ello implica obligatoriamente una actitud colectiva favorable a la indagación, a la innovación, a la aplicación del conocimiento básico y al uso del método científico. Se requiere, a su vez, la existencia de políticas públicas pertinentes.

Una sociedad que prioriza lo científico se asegura de tener la participación de los estudiantes, de los tomadores de decisiones y de la población en general, en lo relacionado a la ciencia y a la innovación. Es urgente estructurar el sistema educativo para fortalecer, no solo la enseñanza científica en los alumnos, sino también que impulse en ellos la curiosidad, la innovación y la práctica activa del método científico, fomentando la fascinación por la ciencia y el pensamiento crítico.

Una sociedad competitiva requiere una población formada científicamente para afrontar, con ventaja, los retos de una economía asociada a constantes avances tecnológicos y científicos, propios de los grandes cambios y retos de la Cuarta Revolución Industrial.

La autora tiene 15 años. Es egresada del LLAC 2020 y miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.