No es la primera vez que se pretende regular la profesión de periodismo; la historia registra muchos intentos con el objetivo, en la mayoría de los casos (para no decir todos), de controlar los medios de comunicación y coartar la libertad de expresión.
Es cierto que un periodista egresado de una universidad merece todo el respeto y tiene los conocimientos necesarios para ejercer tan importante y delicada profesión. Tal vez nadie cuestione la competitividad e idoneidad de este profesional, las que se ha ganado por su perseverancia y deseo de superación... ¡Y quién sabe cuántas dificultades habrá vencido para obtener un título universitario!
Lo que no podemos permitir es que un proyecto de ley pretenda violar el derecho de informar que tienen otros profesionales y ciudadanos, que de una u otra forma han demostrado seriedad y responsabilidad para orientar a la opinión pública.
El periodismo se vincula estrechamente a la libertad de expresión, ya que ésta es el alma del periodista; de otra forma la profesión no tendría sentido y estaría encadenada. La libertad de expresión es un derecho que, además del periodista y el comunicador social, la humanidad se ha ganado con sangre y fuego desde siglos remotos; así ha quedado plasmado en documentos, tales como la Declaración de los Derechos del Hombre, las constituciones políticas, La Declaración de Chapultepec, y los pronunciamientos de la Sociedad Interamericana de Prensa. Es el derecho que tienen los ciudadanos de informar, opinar, orientar y denunciar lo que hace que una nación sea libre y democrática, y que los gobiernos no sean arbitrarios.
Muchos han intentado, con gran sutileza y en nombre de la defensa del periodismo, mediante leyes evitar que las personas interesadas en preservar la democracia, la libertad de opinión y la transparencia en los actos públicos y privados, puedan emitir su opinión o informar a la comunidad.
Felicitaciones al presidente del Colegio Nacional de Periodistas, Marcos Castillo, porque ha comprendido que los periodistas no se ven desplazados como profesionales idóneos; al contrario, cuanto mayor sea la libertad de expresión y de participación ciudadana en el mundo de la información, más trabajo tendrán, pues son los que marcan las reglas del juego en materia periodística sin que les afecte el hecho de que haya una participación de otras personas en el manejo y análisis de ciertos aspectos de la información.
La profesión de periodismo no se puede regular tan fácilmente; tendríamos que analizar el aspecto tecnológico que prácticamente hace difícil y complejo el control de la información. ¡Imagínese... controlar la información que corre y se multiplica a la velocidad de la luz en la internet, sería como alcanzar una estrella!
Y es precisamente este medio tan sofisticado la internet el que utilizan las personas de cualquier raza, nacionalidad, profesión, creencia e ideología política para difundir y analizar toda clase de información. Ni siquiera los países industrializados y con satélites en el espacio han podido controlar este vehículo de noticias. No debemos olvidar que el manejo de la información ya sea científica, económica, política, social y demás que va de un país a otro a velocidades increíbles, marca la diferencia entre triunfar o fracasar en este siglo competitivo y globalizado.
