Para nuestro país, el costo de los medicamentos es un crimen en cámara lenta, ya que nuestro pueblo tiene décadas de estar sufriendo desesperados… y muriendo con el criminal a la vista, que sigue matando con total impunidad.
Analicemos los factores de este criminal fenómeno.
El asunto se inicia en las fábricas farmacéuticas, que desde oficinas refrigeradas en países del primer mundo catalogan “al unísono” a Panamá como un país rico que puede pagar los más altos precios. Nuestra capacidad de cambiar ese hecho tratando de convencerlos de que somos un país rico pero lleno de pobres, es bastante remota. La única manera de cambiar un mercado “cerrado” como el actual es convirtiéndolo en un mercado “abierto”. Mis sugerencias:
1) Que todos los medicamentos que tengan la aprobación del Food and Drug Administration” (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y su equivalente en Europa, tengan entrada libre a Panamá (eliminando nuestro registro que, al hacerse por país de fabricación, automáticamente nos tiene forzados al precio alto, decidido por los fabricantes).
2) Definir que cualquier sociedad panameña puede importar cualquier medicamento con registro de primer mundo, de cualquier país fabricante. Para poner un ejemplo que lo lleve hasta un punto extremo: existe un medicamento de Pfizer que hoy se vende en Panamá en $30 la caja y en Colombia, el mismo medicamento, marca Pfizer, vale $3 la caja (Álvaro Alvarado publica ejemplos reales, iguales o peores todos los días). Yo analizo esa situación criminal, me voy para Colombia y compro en sus farmacias (precio al detal más alto) 500 cajas a $3, las nacionalizo sin trabas y me salen en $3.45. Las anuncio y vendo a $7 cada una (en vez de $30) y hago un gran negocio bajando el precio 80%. Pregunto: ¿se puede?
Si la respuesta es “no, porque...”, eliminemos todos los “porque” y hagamos lo posible abriendo el mercado totalmente y se bajan los precios de 70% a 80%, sin acción alguna del gobierno. Simplemente “abrimos” lo que hoy es un mercado “cerrado” controlado por las farmacéuticas.
¡Claro que las farmacéuticas no se quedarán quietas y presionarán a Colombia! Pues entonces me voy a hacer lo mismo a España y otros lugares, hasta romper el cerco criminal de las farmacéuticas.
3) Abierto el mercado, la CSS podría importar también, sin pasar por el engorroso tegistro. También podría comprar a través de compras unificadas (parece que existe hoy un anteproyecto de ley de Leandro Ávila en la Asamblea).
4) Mafias en la CSS. Allí la jugada es el desabastecimiento para tener que hacer “compras de emergencia” a precios inflados; pero si el Seguro también abre el mercado a quien supla, va a multiplicar suplidores y bajar enormemente los precios en cantidades más cónsonas con sus consumos reales... Y así, con mercado “abierto”, se reducen las vagabunderías “encubiertas”.
Propongo que la Cámara de Comercio le ponga los puntos sobre las íes a este proyecto aún cuando se quejen los distribuidores y, a través de ellos, los fabricantes. Hay asuntos que requieren la toma de posición para favorecer al país y a su gente más vulnerable, pese a los intereses de algunos agremiados, sobre todo cuando de abrir el mercado se trata. Y a los políticos, los controles de precios comprobadamente no sirven para nada sino para mayor corrupción criminal.
Cuando ejercí la presidencia de la Cámara de Comercio (en el año de la pera), hubo ocasiones en que tuve que escoger actuar por el país pese a la oposición de muchísimos de los agremiados; las tomé con convicción y fuerza, y la historia me dio la razón.
Por estar operando en un mercado cerrado, los precios inflados de los medicamentos son un crimen diario, ¡que ya tiene que terminar!
El autor es fundador del diario La Prensa


