En pasadas entregas, me he referido al tema de los nuevos vulnerables y la Covid-19 en la niñez. El día de hoy, me ocupa resaltar el giro de 180 grados dado por el coronavirus en las pasadas semanas y el cambio radical de carácter de esta pandemia.
Durante el primer año de la pandemia, estuvimos a merced de una Covid-19 incontrolable e impredecible, y su timón estaba en manos de un virus polifacético, con predilección por los ancianos, los encamados y los enfermos crónicos. Esa cepa salvaje original, llamada “wild type”, la hemos ido venciendo con vacunas, medidas de mitigación, pero con un aliado inesperado, enemigo traicionero y oportunista. Se trata de la variante Delta, que prácticamente se ha tomado al mundo, desplazando a las otras cepas, mas no aún en Panamá.
¿Cómo entender las variantes virales? Las variantes nos indican, el hobby de los coronavirus de jugar con selfies o memes que, al hacer copias de si mismos, cometen errores de ortografía y se conviertan en mutantes . Cual APP en sus celulares, se actualizan para regarse como pólvora.
Ahora mismo, aquí batallamos principalmente cepas suramericanas (casi dos tercios son la colombiana, la brasileira y la andina, según el Instituto Conmemorativo Gorgas). La variante Delta se ha limitado a pocos casos de viajeros o transmisión comunitaria con menos de 30 casos confirmados a la fecha.
Estamos en el ojo del huracán y tenemos que ver como unimos fuerza para enfrentar la cola del huracán. La Delta ha creado una nueva pandemia, por ser altamente prevenible, pero exquisitamente enamorada de los nuevos vulnerables que son los no vacunados y los menores de 50 años de edad. Por primera vez, me toca reportar que ahora se cambiaron los papeles con el inminente peligro que se cierne sobre nuestra niñez.
La variante Delta es oportunista y está rompiendo todos los récords, siendo mil veces mas pegajosa. Sin embargo, es muy susceptible a las vacunas autorizadas por las principales autoridades de referencia internacional y avaladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estas vacunas incluyen las de Pfizer y AstraZeneca, disponibles en Panamá. A pesar de los diferentes porcentajes de efectividad reportados, ellas proveen una eficiente protección contra la gravedad y muerte por la Covid-19. Creo que sería provechoso para muchos, guardar sus calculadoras obsesionadas con comparar solo porcentajes de efectividad. Hay que entender las reglas del juego. La efectividad solo indica el control de transmisibilidad y no refleja la principal razón de vacunarse: el impedir que ocurra enfermedad severa, hospitalización y muerte.
La nueva cara de la pandemia oprime primordialmente a los no vacunados. Mas del 90 % de las hospitalizaciones y muertes actuales ocurren en ese grupo. Y ya vacunados la mayoría de los adultos mayores, la Delta se prepara para hacer chicheme con el resto de la población, los menores de 50 años de edad y, mas recientemente, comienza un azote a la niñez.
Ya nuestros niños no están a salvo de esta enfermedad. En Estados Unidos, los casos se han triplicado, subiendo desde 38,000 a 94,000 en agosto. Las hospitalizaciones de adolescentes se han doblado, con 40 % requiriendo cuidados intensivos y 5 % ventiladores. Aún son pocas las muertes, pero esto está por cambiar.
En Panamá, el Hospital del Niño (Boletín Epidemiologico No. 3- 03 agosto 2021) reporta 378 casos este año, 46 % hospitalizados, 68 en cuidados intensivos y 48 casos confirmados de Síndrome Inflamatorio Multisistémico (PIMS por sus siglas en ingles), una complicación severa post Covid-19. Me duele decirlo, pero nuestra niñez y el futuro de nuestra sociedad peligran.
Concluyo con un llamado a la cordura para los indecisos en vacunarse. Ya pasaron los días de la pandemia original, en que usted se las jugaba con el virus y no tenía que preocuparse por las generaciones jóvenes. Estamos en medio de una nueva pandemia. La variante Delta respeta en gran escala a los vacunados, pero hace presa fácil de los no vacunados, los jóvenes y los niños.
Los efectos adversos de las vacunas son muy raros al compararse con la devastación inminente de la variante Delta y sus secuelas a largo plazo. La Covid-19 se alista para armarnos una sociedad de nuevos crónicos, incapacitados por los efectos prolongados ya bien descritos en la literatura médica. Es verdad que muchos vencen a la Covid-19, pero la realidad es que muchos quedan mermados por meses.
La preferencia por no vacunarse ya no se refiere a decisiones egocéntricas. Ahora se trata de una obligación moral y ética de proteger a las nuevas víctimas, nuestros niños, nuestras embarazadas y el núcleo en edad reproductiva y fuerza motriz de nuestra sociedad. Estamos a tiempo de apersonarnos al centro de vacunación mas cercano y barrer con las cepas existentes en Panamá, para coartar la materia prima de la Delta y las nuevas cepas. Panamá, hay que detener a la Delta, ahora o nunca.
La autora es médica pediatra e investigadora científica.


