Cuando paso, casi todos los días, frente a la desembocadura del río Matasnillo, me pregunto qué criterio usó el gobierno anterior para llevar los jardines de la cinta costera hasta la fachada adyacente al costado del Hotel Intercontinental, en la Avenida Balboa, y dejar por fuera la ensenada más bella de nuestra bahía con marea alta, por supuesto, y digo con marea alta porque cuando baja la marea se convierte en la parte más fea de toda la bahía, además de los olores nauseabundos que se esparcen por toda el área circundante, para desagrado de propios y extraños.
Me pregunto ¿qué opinan los vecinos del lugar? ¿Por qué no opinan públicamente?
No podemos creer que el costo pueda ser el factor más importante. Este relleno no es solamente motivo de embellecimiento sino de sanidad impostergable y ni muy costosa, por cierto, porque está a muy poca profundidad. El que no sabe de qué se trata ojalá lo experimente alguna vez.
Volviendo a la importancia y belleza del lugar, rodeado por lindos y majestuosos edificios, nos permitimos sugerir al actual gobierno –con nuestro acostumbrado respeto– que se encajone la desembocadura del río Matasnillo y se rellene la referida ensenada, cerrando al borde de la misma con el borde del mar, con una carretera o calle circundante y hacer un parque con múltiples atractivos por razones turísticas y, ¿por qué no?, para nosotros mismos; y en el centro, que coincidentalmente es casi (hoy por hoy) el centro de la ciudad capital –a lo largo y ancho de la misma– instalar un bello obelisco (ni demasiado alto ni, por modestia, demasiado bajo) y a su alrededor el referido parque, para orgullo y regocijo de los panameños y de quienes nos visitan, porque no solo de pan vive el hombre y este espectacular símbolo viene a complementar una ciudad que ya dejó de ser “nuestra pequeña ciudad” para convertirse en una, sino la más bella ciudad de gran parte del continente americano.
Ojalá este gobierno, que viene demostrando que quiere hacer de nuestra capital una gran ciudad (hay que reconocerle al gobierno anterior el haber dejado hecha la cinta costera que es una verdadera belleza), acoja esta modesta idea y pueda más temprano que tarde resolver, por qué no decirlo, el problema de esa “cloaca”, amén de que de esa desembocadura sale toda clase de desperdicios de todo tamaño, lo que agobia a toda su vecindad.
Si hay problemas técnicos, ojalá nos los dijeran y quizás lo entendamos. No olvidemos que a pocos metros de dicha desembocadura hay un hotel de lujo que no se escapa de los nauseabundos olores y de la pestilencia. ¿Qué dirán los huéspedes de ese hotel?
Por supuesto, además del parque peatonal se pueden construir varias playas de estacionamientos en el área, en donde ya asfixia ver a los automóviles rodando y estacionados hasta en las isletas que el Municipio trata de mantener bonitas –tanto en la Vía Italia como en otras–, pero que los automovilistas irresponsables de todos los tiempos insisten en dañar.
No se trata de complacer a estos irresponsables sino de dar espacios en donde estacionarse, para los que quieran colaborar con el ornato de nuestra ciudad.
No hay que confundir esta idea o iniciativa con el saneamiento de la bahía, ambos planes deben llevarse a cabo sin más demora.
Hemos oído que se está considerando la conveniencia de utilizar el relleno que hicieron los señores del Club de Yates y Pesca, adyacente a la costanera, haciendo un parque y creemos que, ya con la costanera hay bastantes espacios de esparcimiento; además, quedaría algo distante.
Consideramos, sinceramente, que habría que irse por la vía de las prioridades y encajonar y rellenar la desembocadura del río Matasnillo, por las razones que hemos expuesto, y rellenar esa ensenada a la brevedad posible.
Es loable, por supuesto, que se consideren otras necesidades, y que se les atienda en la medida de sus posibilidades, pero las prioridades vienen primero y deben atenderse con prioridad, valga la redundancia.
