Al estilo 007

Marcos Beraha es un detective, gerente de ABA detectives, una compañía de investigaciones privadas. Al estilo James Bond, él investiga casos de hurto laboral, maltratos a menores e infidelidad conyugal. Y las cosas que ha encontrado son increíbles. “Una vez descubrimos a una persona que le estaba haciendo brujería a su pareja” en su propia casa, cuenta.

Pero nada como lo que encontró Jean Paul Müller, gerente general de Müller & Madrid, otra compañía de detectives: una mujer casada que por cinco días consecutivos estuvo con cinco hombres diferentes. “Había un posible sexto”, cuenta, pero es obvio por qué él no siguió la investigación.

El trabajo de los detectives es único, pero no siempre es tan emocionante. “La mayor parte de nuestro trabajo consiste en estacionarnos, vigilar y esperar a que la gente salga para ver a donde van”, cuenta Beraha.

Müller detesta esa parte. Pero admite que le encanta seguir a la gente, aunque no es tan fácil como parece. “En Panamá es más difícil seguir por los buses, los taxis, los policías de tránsito y lo mal que maneja la gente. Y es más complicado de lo que sale en las películas”, asegura.

Beraha está de acuerdo. Según este detective, el lado riesgoso de su trabajo son los accidentes de tránsito. “Hay veces que seguimos a personas que andan muy apuradas, que se pasan luces rojas, líneas amarillas y nos obligan a nosotros a cometer ciertas infracciones. Pero desde luego que tomamos siempre todas las medidas de seguridad”, dice.

Para Müller, la parte más peligrosa de su trabajo es que la persona que se sigue se de cuenta y esté armada.

Aunque estos detectives no están tan equipados como el Dr. Gadget, algunos artefactos que usan son impresionantes. Por ejemplo, cámaras de video del tamaño de una moneda; micrófonos direccionales para grabar conversaciones hasta a 80 metros de distancia; grabadoras digitales de hasta 16 horas de duración y un par más de los que no me quisieron contar.

Investigación vs privacidad “No hay legislación en Panamá sobre investigaciones privadas”, asegura Müller. En otras palabras, estos detectives no cuentan con ninguna reglamentación fuera de los deberes y derechos de cualquier ciudadano normal.

Sin embargo, ambos aseguran que no hacen nada ilegal. “No violamos propiedad privada, no metemos cámaras en las habitaciones o en los hoteles y no pinchamos teléfonos, a diferencia de lo que la gente piensa”, asegura Müller.

Las investigaciones se mantienen dentro de lo que es legal. Por ejemplo, cuando la compañía de Beraha está en busca de pruebas para un divorcio, solo filman en áreas públicas.

La falta de reglamentación les causa un grave problema: el acoso de la policía. A Beraha hasta se lo han llevado porque su trabajo se presta para confusiones, cuando se queda estacionado en un lugar por varias horas. “Aunque les digamos que somos detectives privados, ellos insisten”, asegura. Y aunque vayan primero a la estación de Policía y dicen dónde van a estar, igual pasa, asegura Müller.

Pero aunque los miren mal, estos detectives están orgullosos de lo que hacen. “Nos estamos ganando la vida honradamente. Es algo noble y digno”, opina Beraha. Y aunque no tienen las mejores condiciones de trabajo, seguro que Sherlock Holmes, el Dr. Poirot y los de Miami Vice se les quedan cortos.

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