Ya había escrito anteriormente que mi análisis del proyecto se centraría en la palabra ‘riesgo’. Cuál es el nivel de riesgo de hacer el proyecto...vs. cuál es el nivel de riesgo de no hacerlo; en estas dos medidas está la decisión que debe tomar cada ciudadano de nuestra Nación.
Esta será la primera vez que nosotros los panameños podremos abandonar el complejo de ser víctimas del Imperio; ya los gringos no están. Por primera vez en nuestra historia como Nación no tendremos a nadie a quien culpar; el Canal –100% panameño– propone un proyecto panameño que será debatido y decidido por nosotros los panameños... sin injerencia geopolítica de nación o entidad externa alguna; es nuestro sueño nacional cumplido, y a la vez nuestra más grave responsabilidad ciudadana.
En este ejercicio ciudadano las opciones no son entre izquierda y derecha, sino entre el ayer y el mañana, decidido por todos… de izquierda, de centro y de derecha.
Inicio diciendo que yo siento un gran orgullo por todos y cada uno de los panameños que trabajan o han trabajado en el Canal. El 31 de diciembre de 1999 ellos asumieron la operación del Canal panameño con credibilidad cero, y en 5 cortos años han comprobado no solo que lo podían hacer bien, sino que con sentido de Patria lo han hecho extraordinariamente bien… y mucho mejor que los norteamericanos (dicho por ellos mismos). Ellos han situado la imagen de todos los panameños en un nivel internacional de excelencia. Por eso, así como hay quienes no creen en nada ni en nadie, yo declaro sin ambages que yo sí creo en los panameños -los del Canal sobre todo- por su compromiso con la Nación, por su capacidad profesional y por su integridad individual y colectiva. Esto no significa que no cuestione detalles del proyecto o los odiosos gestos de arrogancia de algunos de sus voceros; lo hago, pero desde la perspectiva de creer que el trabajo está bien hecho y armado cumpliendo con su responsabilidad como servidores de la Nación que cumplen con su deber constitucional de cuidar de la competitividad de nuestro mayor recurso geográfico.
Por otra parte, quiero agradecer a los opositores del proyecto por su contribución, que considero provocó la decisión del Gobierno de exponer el largamente esperado proyecto más antes que tarde. También considero que su postura de que el megapuerto del Pacífico deba ser del Estado y que dicha operación sea concesionada a entes privados, es atendible. Yo le devolvería el megapuerto al Canal porque sin expansión canalera está en duda la viabilidad del mismo. Quien dice un costo de expansión de $5,250 millones, dice $5,850 millones con megapuerto... y quedaría como estuvo originalmente concebido en el Plan Maestro Canalero. Además, la acción de los opositores ha permitido el debate, algo supremamente importante para la decisión que debemos tomar. Recordemos que sin resistencia no se puede volar. La diversidad es esencial para la toma de decisiones juiciosas. En cuanto a los campesinos: su lucha dio frutos positivos para ellos en el aspecto humano, y para la ecología del país. ¡Enhorabuena!
Pero, dicho lo anterior, luego de presentado el proyecto al público busco afanosamente argumentos sólidos en la reacción de los opositores para descalificarlo, y hasta ahora no encuentro ninguno que me parezca atendible. Además, muchos parecen evitar el debate, cosa que encuentro igualmente arrogante y que no entiendo. Simplemente crear dudas aprovechando la natural desconfianza de todo ciudadano en los gobiernos no me parece serio, sobre todo cuando se trata de un proyecto de Estado de esta magnitud e importancia.
Y ahora, veamos el proyecto:
Costo: El Comité tripartita EU-Japón-Panamá hace muchos años estimó que un proyecto (no el mismo) costaría entre $8,000 a $10,000 millones... y un gringo loco que trabaja en el gobierno norteamericano habló de $25,000 millones. El proyecto hoy detallado salió en la cifra mucho menor de $5,250 millones, e incluye $1,030 millones (un 19.6% del proyecto) para potenciales contingencias. Debido a que el 36% del proyecto es de dragado y trabajos que la ACP hace todos los días sabiendo exactamente los costos, y el resto del proyecto – u obra civil – es relativamente sencilla y de tecnología muy comprobada y la inflación se está estimando al doble de lo histórico, me parece que estamos bien cubiertos en el campo del riesgo de posibles sobrecostos en una obra que tomará tantos años.
El negocio: Si a cualquier panameño, de cualquier nivel social, se le presentara un negocio con cifras proporcionales a las del Canal, lo haría sin pestañear. Hoy, el Canal tiene ingresos de $1,250 millones al año y ganancias de $500 millones, o sea, que la ganancia neta es ¡40% de sus ventas!, con cero ventas al crédito -(para comparar: 5% -10% de ganancias sobre ventas es un buen negocio... 25% es un súper negocio.... 40%, lo del Canal en manos panameñas, es una especie de negocio fantástico)- esto hay que cuidarlo... y si hay fila de barcos (clientes) para entrar a nuestro negocio... aun cuando fuera por momentos… sería una irresponsabilidad no atender a los clientes en espera antes que los atienda un potencial competidor; hay entonces –según mi criterio– un enorme riesgo para el país, de no hacerse la expansión canalera. Los estudios de demanda me convencen plenamente porque son nacionales e internacionales; están por segmento, en detalle, validados unos por los otros… y además por bancos que compiten para financiar la obra. Igualmente me parecen completísimos los estudios de todas las potenciales competencias si decidiéramos tomarnos el enorme riesgo de no hacer. La expansión puede producir –en el 2020 – 10 veces más de lo que ya produce hoy o sea, ingresos de $6,200 millones y ganancias de $4,300 millones; casi 70% de utilidad sobre ventas…¡el negocio más productivo del mundo… y es nuestro… de todos los panameños! Nosotros, los dueños, tenemos que ver lo posible y convertirlo – con nuestra acción ciudadana– en lo probable.
Financiamiento: El financiamiento se pagará simplemente con los ingresos de un negocio en el que los clientes pagan al contado, antes de transitar. No hay compromisos con entidades multilaterales, o sea que no hay compromisos geopolíticos de ninguna naturaleza. Todo será financiamiento privado y si en el mercado financiero privado muchos bancos están tumbando la puerta para lograr una porción del financiamiento, sin garantía del Estado, es solo otra prueba independiente de que los cálculos de demanda son sólidos. El financiamiento se pagará en 8 cortos años y sólo será interino en cierto momento de la obra y por una cuantía menor de 50% del costo total del proyecto.
Riesgo: muy bajo. Todos los que tenemos el privilegio de tener casa propia la compramos con financiamientos de 80 y 90% a 25-30 años plazo sin pestañear, así que la visión - de aquellos que dicen que estamos hipotecando el futuro del país – está al revés.
La obra: La verdad es que se ve relativamente sencilla, construible con tecnología muy comprobada. Mucho más complicada es la construcción de un edificio de 100 pisos (de los cuales hay varios en gestión en Panamá hoy en día.). La obra no tiene ningún elemento que se hace por primera vez. El riesgo es limitado y razonable.
Tiempo: Si los ciudadanos aprobamos este año, se inicia la obra en el 2007 y se termina precisamente en la fecha que se estima que el Canal llegará a su máxima capacidad; ¡no hay entonces tiempo que perder!; cada día de demora aumenta geométricamente el riesgo de no hacer y perder clientela para siempre a un potencial competidor.
(Vea La expansión del Canal. Mi voto (2))
