Después de 10 días de vacaciones, me opongo a amargarme la vida pensando en nuestros escándalos y problemas. Por eso, me niego a dedicarle espacio a papeles offshore, sanciones del Tesoro estadounidense, chantajes colombianos, liberaciones de millones chimbos o los huevos que desayuna el presidente. Por eso, cambio la quejadera tradicional, por algo un poco más ligero y que hace tiempo está archivado en mi disco duro…
Según los maestros de medicina, un buen médico debe ser capaz de hacer el 75% del diagnóstico después de interrogar minuciosamente al paciente. Por supuesto, esto está supeditado a que médico y enfermo compartan un idioma común que les permita comunicarse eficazmente. Esto vino a mi memoria después de recibir un correo donde definían algunas enfermedades y síntomas tal cual las describen los panameños.
Así, no es extraño que nos diga alguien que le dio un “faracho” después de comer. Según el diccionario de los síntomas panameños, esto se definiría como una sensación que comienza con calentura en el pecho y que luego se sube a la cabeza. Se asocia con sudadera por todo el cuerpo y a un frío en las manos. Seguramente, esto se refiera a un reflejo parasimpático que no es extraño posterior a un dolor físico intenso, a una impresión o a un malestar abdominal. Cuando el “faracho” no se mejora en poco tiempo, puede seguir con un “beriberi”, que ya tiene como componente escalofríos, debilidad y hasta caída de los pies, similar a lo que el libro de medicina interna describe como una lipotimia.
Un diagnóstico diferencial muy importante del “faracho” es el “patatús”. Este es más aparatoso, pues suele asociarse con un estremecimiento de todo el cuerpo, “ojos blancos volteados” (como si se mirara el cerebro por dentro, según me explicó una vez un paciente) seguido frecuentemente de pérdida del conocimiento. Todo este conjunto de síntomas, pudiera representar una crisis convulsiva o un síncope de origen cardíaco que sí requiere atención inmediata.
Estos dos cuadros ya descritos, se pudieran englobar dentro de un término más genérico, como sería “moridera”. Aunque es muy inespecífico, puede representar cualquier cosa, desde un ligero mareo hasta un episodio de muerte súbita. De allí que requiera mayor detalle en el proceso de interrogatorio. Igualmente, los millenials de la generación de mis hijos lo han convertido en verbo y le llaman “palidar”, porque suele haber palidez asociada a la manifestación ya descrita.
Otro aspecto curioso es la descripción tan amplia que pueden tener las cefaleas o dolores de cabeza. De allí, lo que habitualmente se describe en los textos como migraña o jaqueca, en nuestro diccionario médico panameño se describe frecuentemente como cabeza “embotada”, “vacía”, o “con un pálpito” (que se refiere al dolor pulsátil de la migraña). Todo esto sin contar con las ubicaciones anatómicas que existen en la bóveda craneana. El dolor de cabeza se refiere solamente a la región frontal. El “dolor de celebro” es occipital y se irradia hacia la nuca, muchas veces por tensión muscular. En la gran mayoría de los casos, el paciente lo interpreta como una manifestación de hipertensión arterial, lo cual no vale la pena contradecir. Cuando el área que duele es en la región temporal o sobre las sienes, en las provincias centrales es descrito como “dolor en la mente” y suele asociarse con una “alelazón que no permite pensar” (habría que ver la incidencia de esto en la Asamblea)
Un espasmo muscular, por un desgarro o una simple contractura se le conoce como “coger un aire” y se suele asociar a cambios súbitos de temperatura. Aunque la analogía de coger un elemento gaseoso no es muy fácil de explicar, casi siempre el tratamiento consiste en reposo, analgésicos, relajantes musculares, y según la severidad, hasta fisioterapia.
Los espasmos abdominales son referidos como “hincos”, mientras que todo dolor en la región lumbar será interpretado como un problema renal. Y si se asocia a “mal de orine” (aumento de frecuencia de micción con ardor) es por sentarse sobre una superficie caliente.
El caso es que aun conociendo el lenguaje médico autóctono, en ocasiones se hace casi imposible sospechar un diagnóstico preciso, por más que los maestros no lo aceptaran como una causa de un diagnóstico equivocado. Si no vean este ejemplo tomado de cualquier día en la consulta:
-A ver señora, ¿qué la trae por aquí?
-Tengo una cosa rara en el pecho.
-Y eso que siente, ¿me lo puede describir?
-No se, es una cosa rara, aquí en el pecho.
-¿Como una punzada, un ardor, una presión?
-No se como explicarle, es algo raro.
- ¿Le aumenta cuando hace esfuerzos?
-Yo no hago esfuerzos
-¿O cuando sube escaleras?
-Mi casa no tiene escaleras
-¿Cuándo le comenzó la molestia?
-Hace rato…
-¿Como cuánto tiempo?
-La verdad no se, pero para la boda de mi sobrina ya lo tenía.
-¿Y cuando se casó su sobrina?
-Cuando me comenzó esta cosa en el pecho doctor…
Y así, sucesivamente…
