El feminismo radical sostiene que la raíz de la desigualdad en las sociedades existentes se debe a la dominación del hombre sobre la mujer. Dicen que la mujer a través de los años ha sido “oprimida” por su capacidad de ser madre y estar sujeta al cuidado de los hijos, mientras el hombre es el proveedor. Como dice Evelyn Cunningham: “Las mujeres suponen el único colectivo oprimido de nuestra sociedad que convive en asociación íntima con sus propios opresores”. Vemos, entonces, que esta ideología centra la lucha de poder entre el hombre y la mujer. De allí nace el derecho a la “igualdad”. Aducen que el resultado de la sexualidad no es igual entre el hombre y la mujer, por su maternidad. El primer triunfo del feminismo radical se da en Estados Unidos, en 1973, cuando se legaliza el aborto provocado, estigmatizándolo como “embarazo no deseado” y su “justa” solución, la “interrupción voluntaria del embarazo”.
En la década de 1990 aparece la llamada “perspectiva de género” que pretende erradicar los “estereotipos sexuales” y la “deconstrucción de la familia” (Conferencia de la Mujer, Beijing, 1995). En su propuesta, el feminismo radical pretende derrocar el “patriarcado” y reorganizar la sociedad, de manera que ya no hayan hombres y mujeres, sino, diferentes tipos de “géneros”, dependiendo de cómo cada persona manifieste sentirse. Imagínense un mundo donde nadie sepa antropológicamente quién es quien y qué es cada quién.
Personalmente, sospecho que las líderes feministas transaron con el poder mundial que tenía sus objetivos puestos en el control natal, y renegaron a su derecho de ser mujeres a cambio de “poder”. Naciones Unidas, encargada de llevar la paz al mundo entero, está plagada de organismos feministas, pero ninguno enfocado en la realización de la mujer como madre, esposa, o miembro importante de la familia. Los objetivos que se mencionan machaconamente son: “derechos sexuales y reproductivos”, “empoderamiento de la mujer”, “orientación sexual”, “igualdad de género”, entre otros. La familia no está en agenda, nada que busque la buena relación entre hombres y mujeres.
Ya lo denunciaba, acertadamente, monseñor Ulloa en una de sus recientes homilías; “hemos de decir también que el feminismo radical de nuestros días ha hecho mucho daño a la mujer, al hombre y a la familia. Pues parece ser su obsesión “arrinconar” al hombre y masculinizar a la mujer”.
Y es que el feminismo radical cercena en la mujer su misma esencia. A la gran mayoría de las mujeres les gusta su condición femenina; la mujer es generosa por naturaleza, le gusta dar amor, ternura, atender y cuidar a la prole y esposo. Es parte de su femineidad, de su ser mujer. ¿por qué querer desarraigarla de algo que forma parte de su misma naturaleza? Definitivamente, hay un “enemigo en casa”, estas señoras que se hacen llamar “feministas radicales” nos engañaron con una manzana envenenada, como las brujas del cuento de hadas. Ya es tiempo que las mujeres despertemos y empecemos a defender nuestros valores, nuestra condición natural de ser mujeres, ¡nuestra familia!
Queremos seguir viviendo en sociedades sanas, perteneciendo a familias conformadas por un padre y una madre, desde donde crecen naturalmente los hijos sin lucha de clases, sin dejarse embriagar por estos conceptos erróneos de “género” que nos deshumanizan, donde reine el respeto entre los hijos y los padres, donde se enseñen verdaderos valores de manera diáfana y sin complicaciones.
El machismo no se vence con el feminismo radical, sino con formación desde el hogar, con ejemplos de buen vivir.
Quiero terminar con las sabias palabras de monseñor Ulloa el Día del Padre, que vale la pena meditemos profundamente: “Reafirmamos que el matrimonio es la unión estable entre un hombre y una mujer, con el compromiso de formar una familia, con determinados derechos y deberes. Porque la familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden a conocer los valores que les guiarán durante toda su vida. Una sociedad que destruye la familia se suicida. Quien promueve la familia, promueve al hombre; quien ataca a la familia, ataca al hombre”.
