Creo que es importante expresar la confusión de sentimientos que ronda en los corazones de todos los panameños –como en el mío– al ver los fuertes enfrentamientos registrados en la ciudad de Colón, por la aprobación de una ley que no asegura el beneficio de nadie.
Pero el problema no radica en los enfrentamientos, radica en lo que sucede con el comportamiento de muchos de los habitantes de esa ciudad, así vemos un deterioro en materia de valores éticos y morales, cuando no les importa perjudicar a la persona que ayer le dio la mano o le brindó ayuda en el momento en que la necesitaban.
Las tomas televisivas de los policías y los manifestantes enfrentados a tiro limpio, con piedras, palos y cuanto artículo se encontraban en su camino, mientras otros –con saña– robaban y destruían los mismos locales en los que ellos hacen sus compras regulares, demuestra que nuestro país sufre una crisis de valores, pero no es porque los valores se hayan perdido, sino porque la forma en que se infunden y su alcance ha variado, peligrosamente, hacia un relajamiento.
Cada día vemos cómo los jóvenes le tratan de inculcar a otros jóvenes valores que ellos aprenden de manera equivocada y, por supuesto, los segundos aprenderán de manera desvirtuada.
Es ahí que debe enfocarse el esfuerzo del Gobierno, en la promoción de los verdaderos valores, lo que no tiene que ver nada con la religión, sino con la actuación honesta, transparente y justa de los funcionarios; así darían ejemplo de la manera correcta de actuar en todos los escenarios.
El señor Presidente volvió a cometer el craso error de evitar el diálogo en un tema tan sensitivo para Colón. Por mi experiencia de haber laborado en esa provincia por algún tiempo, le guardo gratos recuerdos al igual que a su gente. Gente que merece ser escuchada y tomada en cuenta, no solo los seudodirigentes políticos, sino aquellos verdaderos colonenses que luchan y trabajan, día a día, por salir ellos y sus familias de los graves problemas de abandono en que por décadas se les ha sumido.
No hay nada en la Ley 72 que garantice que la actual situación que experimenta Colón vaya a cambiar. En lugar de vender las tierras deben, efectivamente, reformar las tasas de alquiler y permitir que no solo el Municipio de Colón, sino porcentualmente todos los municipios de esa provincia, se beneficien de los recursos que se generen en concepto del alquiler, así tendrían dinero de ingreso permanente, y por medio del Consejo Nacional para el Desarrollo y toda su estructura, podrían manejarse de forma adecuada.
Por eso hay que consultar primero y no aprobar leyes que creemos que benefician a otros, sin preguntarles a los supuestos beneficiados qué es lo que desean.
Nuevamente, Sr. Presidente, corrija el rumbo.
