Fui el más grande sorprendido de la respuesta de mis colegas médicos en relación al artículo anterior titulado ¡No al Juramento Hipocrático! Todos coincidían con nuestro planteamiento, y es obvio, hay que ser médico para entender lo que es ser médico. No pretendo de ninguna manera demeritar la figura del padre de la medicina, Hipócrates, quien vivió entre los años 460 al 357 a.C. Considero valiosísimos sus aportes a la medicina moderna a través del legado de sus famosas frases: "Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento" y Natura morborum medicatrex (la naturaleza cura las enfermedades). Estas frases y muchos de sus legados representan un monumento único en la historia, por cuanto que representan el nacimiento de la medicina racional, dejando atrás lo mágico y sobrenatural en la medicina.
En lo que a mi respecta, no necesito jurar para ejercer con arte, dedicación y devoción esta carrera que elegí libremente, acompañado de un viejo imperativo ético que puede estar agazapado en la conciencia de unos, en letargo en la mente de otros, pero soberbia y felizmente despierto en la inmensa mayoría de los médicos panameños. He aquí algunas contradicciones del Juramento Hipocrático: nuestro concepto religioso es monoteísta no politeísta, no podríamos enseñar el arte a personal paramédico (técnicos, enfermeras, sociedad, etc. ), los profesores en las escuelas de medicina no deberían cobrar por sus enseñanzas aunque en cierta forma muchos lo hacemos gratuitamente en mayor o menor grado y por eso nos llaman "doctores" del latín docere que significa enseñar. Actualmente la medicina es multidisciplinaria, es decir muchos médicos intervienen en el proceso de recuperación de la salud, sin embargo, el juramento del cual hablamos se basa en el concepto "Gran Maestro" que ha ido en mi opinión desapareciendo para bien de la humanidad. Según el juramento los médicos no son cirujanos y viceversa, lo cual es hoy totalmente inaceptable. El secreto profesional es también mal enfocado, ya que obliga al médico a callar los asuntos de sus pacientes aunque existan de por medio casos de violación, abusos sexuales y muchas otras aberraciones de la sociedad. Hay algunos planteamientos en el juramento que conservan toda su vigencia, con valores irrenunciables, pero el mismo ya no es aceptable y requiere de un cambio profundo, adecuado a los tiempos que vivimos y esto se hace evidente al estudiar la gala de revisiones que ha sufrido a lo largo del tiempo el Juramento Hipocrático.
Es importante señalar que los médicos panameños seguimos la Declaración de Ginebra de 1948 y revisada en 1968, 1983 y en 1994, lo cual demuestra la urgente necesidad de transformación que requiere la práctica de la medicina en nuestros tiempos. Nosotros no hicimos el Juramento Hipocrático, que debe permanecer en donde su presencia no generaría polémica alguna: en el museo.
Prefiero que nuestros estudiantes escuchen y estudien los sabios consejos de Esculapio cuando por ejemplo le dice a su hijo que decide estudiar medicina: "Te compadezco si sientes afán por la belleza: verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana; todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tus oídos contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar los orines, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el dedo en muchos sitios. Te llamarán para un hombre que, molestado por dolores de vientre, te presentará un bacín nauseabundo diciéndote satisfecho ‘gracias’ he tenido la precaución de no tirarlo. Recuerda entonces que habrá de parecer interesarte mucho aquella deyección. Tu oficio será para ti una túnica de Neso: en la calle, en los banquetes, en el teatro, en tu cama misma, los desconocidos te hablarán de sus males para pedirte un remedio. El mundo te parecerá un vasto hospital, una asamblea de individuos que se quejan. Tu vida transcurrirá en la sombra de la muerte entre el dolor de los cuerpos y de las almas, de los duelos y de la hipocresía que calcula, a la cabecera de los agonizantes. Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del egoísmo humano".
Casi tres mil años antes ya Esculapio describe la actitud del actual gobierno con respecto a la huelga médica al señalar: "Cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra", exactamente lo que hacen hoy las autoridades ante las justas reclamaciones de equiparación salarial que plantean los médicos panameños. En mi opinión si esta sociedad hubiese conocido estos sabios consejos de un padre a su hijo y si todos los estudiantes de medicina los hubiesen escuchado, quien sabe cuánto sufrimiento le hubiéramos ahorrado al mundo de parte y parte. Hasta Sócrates, antes de beber la cicuta recordó a Esculapio cuando le dijo a su discípulo Critón: "¡Oh! Critón, le debo un gallo a Esculapio, paga mi deuda y no lo olvides". Desde aquel momento muchos han querido analizar qué quiso decir, unos entendieron que Sócrates consideraba la muerte como una curación a todos los males, otros que estaba delirando, otros que quiso burlarse, otros que ofreció el gallo para agradecer el restablecimiento de la salud de su amigo Platón. Lo que sí se sabe es que a Esculapio, dios de las curaciones, se le ofrecía un gallo en gratitud cuando un enfermo sanaba.
Después de leer y estudiar estos sabios consejos no puedo más que agradecer y esperar que los mismos sean leídos por toda la sociedad, la que está muy enferma, y que los mismos nos permitan encontrar el remedio para su curación, entonces le deberemos un gallo a Esculapio.
