SAN SEBASTIAN, España. Una gran película chilena, Taxi para tres, de Orlando Lubbert, levantó el pasado viernes, 21 de septiembre, el nivel del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que estaba algo afectado tras la proyección de dos filmes convencionales de Estados Unidos y de Australia.
En la Sección Oficial del certamen, que se inauguró con la estadounidense The safety of objects, de Rose Troche, se había pasado previamente la australiana Lantana, de Ray Lawrence.
El filme chileno está interpretado prodigiosamente por Alejandro Trejo, Daniel Muñoz y Fernando Gómez-Rovira que representan a dos asaltantes y a un taxista que se ven involucrados en una ácida historia que denuncia la corrupción y la injusticia en que viven vastos sectores de la sociedad de ese país.
La anécdota de la que parte la historia es sencilla: dos ladrones de poca monta asaltan a un taxista y ofrecen al conductor la disyuntiva: o los ayuda a cometer sus delitos, o lo meten en el baúl tras herirlo. El hombre no duda y acepta el trato.
Lo interesante del filme es que nada es lo que parece y la frase que dice en varias oportunidades uno de los asaltantes, todos mienten, mostrará su dramático sentido al final.
Tras el pase de prensa, Lubbert relató que la idea del filme surgió tras una visita que hizo en 1986 a una pequeña población. En esa ocasión, un taxista le relató que unos días antes, dos asaltantes subieron a su vehículo y le ofrecieron que eligiera: volante o maleta. Es decir, que optara por conducir el coche o ser encerrado en el maletero.
Lo extraordinario del asunto, añadió el conductor, es que los delincuentes le ofrecieron repartir las ganancias de sus atracos.
La frase y la breve anécdota fueron el germen de la cinta, en cuyo guión comenzó a trabajar Lubbert.
El director chileno dijo que él y su equipo se internaron en los barrios más marginales de Santiago para recoger expresiones, modos de hablar y de vestirse y hasta maneras de caminar.
Daniel Muñoz, que hace el papel de uno de los delincuentes se entrevistó con varios especialistas en ese tipo de delitos. El resultado es inmejorable y el actor logra uno de los mejores roles de su carrera.
Taxi para tres es una de las películas mas singulares del cine chileno de los últimos años y a pesar de algunos problemas técnicos como la ubicación de los focos es una obra que combina con sorprendente complejidad diversos tonos de relato y varios niveles de lectura. Y todo impregnado de una mordaz ironía y un humor desesperado.
Lubbert, de 56 años, vivió dos décadas en Alemania donde desarrolló una activa carrera como documentalista. Allí estrenó su primera película, Los puños frente al cañón que filmó en Chile en 1975 y logró rescatar tras partir al exilio.
En Berlín escribió y dirigió los largometrajes El Paso y Die Kolonie, se dedicó a la docencia y filmó documentales para la televisión alemana.
En 1995 volvió a Chile, donde rodó en 1999 un documental sobre el caso Pinochet, La herida abierta.
La otra cinta que se presentó el pasado viernes para competir por la Concha de Oro es la australiana Lantana, una banal historia psicológica sobre cuatro matrimonios. Desde una perspectiva bastante moralista, trata sobre los errores que comete el ser humano y sus consecuencias, así como las posibilidades de modificar las cosas.
Ray Lawrence dijo que la historia está basada en una obra teatral de Andrew Bovell. Pero, como suele suceder, lo que triunfa en un escenario puede no funcionar ante las cámaras y ello, a pesar del excepcional trabajo que hacen los actores Anthony LaPaglia, Geoffrey Rush y Barbara Hershey.
