En la palestra pública se cuestiona la negativa de muchos docentes para la implementación de una “fehaciente” transformación educativa, que en apariencia denota un avance en nuestro sistema educativo obsoleto y carente de contenido para una formación de competencias que requiere esta sociedad.
Al dialogar sobre transformación educativa nos debemos centrar en que esta debe ser integral, no es solo cambiar de contenidos y de bachilleratos, sino afincar un sinnúmero de situaciones que influyen en el buen desenvolvimiento de nuestros estudiantes, analicemos la cuestión en sí, tomando en cuenta “datitos” que nos darán luces para tomar conciencia de lo propio y evitar un año lectivo accidentado.
Primero que nada hay que renovar toda la infraestructura de los edificios destinados a la labor de enseñanza–aprendizaje, además de dotarlos de herramientas tecnológicas de punta, ya que los mismos no facilitan el aprendizaje de nuestros estudiantes; esto es un hecho fehaciente, no es posible que instituciones paralelas como el Inadeh, gocen de un presupuesto elevado para la capacitación y, por otro lado, tengamos colegios que carecen de implementos modernos para el aprendizaje basado en la competencia.
Lo que observamos y escuchamos es un anuncio de corte burocrático informando que muchos planteles no estarán listo para el inicio del año escolar, ante tal desventaja en el ámbito estético–tecnológico en pro de una mejor labor de enseñanza-aprendizaje ¿qué podemos esperar en cuanto al rendimiento de nuestros estudiantes?
Otra situación que notamos en el sistema es el hacinamiento de los recintos donde se imparten las clases, pedagógicamente es inaceptable que en los salones de clase existan más de 35 estudiantes y que, en muchos casos, se llegue hasta los 45. ¿Qué proceso de enseñanza–aprendizaje se puede dar aquí?
Vivimos atrasados con la leyes educativas de la década de 1940, cuando se permitía esta situación por la carencia de centros educativos, pero la verdad es que esta realidad no permite aprendizajes significativos de nuestros estudiantes.
Una de las falacias que tocan las actuales autoridades educativas para promover una “transformación educativa”, es la existencia de más de 70 bachilleratos en el sistema regular de educación media y, por ende, la necesidad de que se eliminen porque no gozan de competitividad o se han vuelto arcaicos para el estudiante bicentenario que queremos.
Advertimos cómo se maneja una mala información e interpretación, ya que los bachilleratos actuales no pasan de 20, lo que existe son énfasis de dichos bachilleratos, que paradójicamente deberían formar a los estudiantes más competitivamente, ya que los capacita en una actividad específica.
Además, si es tan buena esta transformación, ¿por qué los colegios particulares no se han abocado a implementarla en sus centroseducativos? que, dicho sea de paso, más que ofrecer una educación cónsona, se han convertido en meras empresas generadoras de ganancias, a costa de ofrecer una educación paupérrima inferior a la de los colegios públicos.
Seamos consecuentes, pensemos antes de actuar, tanto las autoridades educativas empeñadas en implementar la transformación sin darle el margen adecuado a la misma, como los gremios que no ofrecen alternativas acordes a la realidad.
