Las guerrillas de Victoriano

Las guerrillas de Victoriano
Victoriano Lorenzo

Los indígenas capitaneados por Lorenzo ya estaban en completa rebelión, por lo cual el coronel Núñez pidió al general Albán que dictara disposiciones más enérgicas. Y para apoyarlos, se le unieron los coroneles Gregorio Llorente y Pedro Sotomayor con más tropa veterana.

"Para matar el mal en su cuna ---sentenció Velasco --- necesario y hasta indispensable era llegar cuanto antes a la principal guarida del jefe de estos indios; pero por lo mismo, tal empresa era por demás peligrosa".

El 5 de noviembre, el coronel Sotomayor pretendió hacerlo con diez hombres, resuelto a penetrar en El Cacao, la finca de Lorenzo, y retrocedió para unirse al refuerzo del coronel Llorente que también iba en su busca para dar cima a la temeraria empresa. A legua y media de Penonomé, en un sitio llamado Larguillo iba Llorente a la cabeza de su pequeña fuerza, cuando un certero disparo lo dejó sin vida. Apenas pudo gritar "¡fuego, muchachos!"

Llorente era hijo de una de las familias conservadoras más distinguidas del Cauca, " y representaba uno de los pocos afectos del general Albán, a quien se dio el pésame como a un padre".

La muerte del coronel Llorente dio pie a fines de noviembre al sitio de Penonomé, durante el cual hirieron a algunos defensores. El sitio se formalizó hacia diciembre, del cual supo el Gobierno oportunamente para mandar pertrechos y órdenes con el comandante Julio Rincón. En la marcha, este tuvo la imprudencia de adelantarse a sus compañeros y cayó, solo, en una emboscada el 9 de aquel mes. Animado el coronel Núñez Roca con los auxilios que llegaron, hizo un esfuerzo para romper el asedio, lo que originó el combate de Los Espinitos, donde le hirieron a su hermano, el también coronel José M. Núñez R. Según Velasco, en el enfrentamiento murieron 13 revolucionarios.

Tornó el Gobierno a reforzar la plaza donde ya acompañaba al comandante militar el coronel Sotomayor, recién llegado de Antón.

El 25 de enero de 1901, en número de 300 los indígenas atacaron a Antón, población defendida por solo 40 hombres al mando del comandante Víctor M. Hernández y el capitán Belisario Valencia.

La resistencia coronó los esfuerzos de los gobiernistas, pero el capitán Valencia sucumbió ante el número de sus enemigos. Además, quedaron heridos un teniente y cuatro soldados.

Noriega y Lorenzo unidos Con gran sigilo, muchas incomodidades y la ayuda de un práctico, el general Manuel Antonio Noriega, el coronel Manuel Patiño y su gente iniciaron el viaje hacia tierras penonomeñas, a donde llegaron tres días después, y situados frente a una finca que el guía les dijo llamaban El Cacao.

Allí se presentaron unos cincuenta cholos a pie dirigidos por otro que iba a caballo, quienes los condujeron al campamento de La Negrita, donde Lorenzo formó a su gente para decirles que reconocieran al general Noriega, como él mismo lo reconocía, como su máximo jefe.

Instalado ya Noriega en la mejor vivienda del lugar, Lorenzo le informó que "en el campamento había tres presos, los cuales eran personas muy amigas del Gobierno y que por esta causa los había hecho prender manteniéndolos, hacía dos meses, muy vigilados".

El 7 de febrero, Noriega encomendó al coronel Patiño, al mayor Rojas y al teniente Martínez que con treinta hombres con armas y quince sin ellas, fueran a Pocrí en busca de diez sacos de sal para la tropa, a lo cual Victoriano se sumó voluntariamente con algunos de sus cholos, debiendo todos regresar a la mañana del día siguiente.

Cuando la comisión iba pasando por Río Grande, un indígena apellidado Murillo se acercó a Patiño diciéndole que unos cincuenta soldados lo venían persiguiendo "por ser él muy liberal". Momentos después, los perseguidores avistaron al grupo de Patiño y se inició un tiroteo.

Habiendo el jefe de las tropas gobiernistas, coronel Pedro Sotomayor, desmontado momentáneamente, su caballo, espantado, se lanzó a correr por el llano; y aunque gritaba que le daría diez pesos a quien lo cogiera, no tuvo suerte. Entonces, para protegerse de los disparos liberales se metió con algunos de sus oficiales y soldados en un largo zanjón que les sirvió de improvisada trinchera para seguir disparando. De pronto, cuando el coronel se elevó para mejorar su puntería y hacer fuego con su carabina, una bala liberal le perforó la frente y cayó agónico. Inmediatamente, sus acompañantes se rindieron. Y ahí mismo, al ver el indio Murillo agonizando al coronel Sotomayor, de un sablazo lo ultimó.

En poder de Patiño y Lorenzo quedaron 36 prisioneros ---- entre ellos, el comandante J. A. Jované, ex jefe de la policía de Panamá --- armas y más de cuatro mil tiros.

En honor del caído y sobre las consecuencias de su muerte, Velasco escribió: "Con el coronel Sotomayor perdió el Gobierno el más hábil de los jefes para batir a los guerrilleros del interior: astucia, audacia, valor eran las cualidades que lo distinguían, las que se multiplicaban con su perfecto conocimiento de la topografía de esos accidentados lugares... El coronel Sotomayor murió cuando el Gobierno más lo necesitaba. Sólo él hizo la heroica hazaña de penetrar hasta el corazón del campamento de los indios, engañarlos, sorprenderlos y tomarles cuarenta prisioneros sin disparar un tiro. Después de su muerte, los tiroteos fueron casi a diario: un tiro en el bosque, otro en el río al sirviente o a la mujer que iba en busca de agua o de verduras; nunca faltaba un indio en acecho, como el tigre en pos de su presa. La chasse de l´home se verificaba en la perfecta aceptación de la frase. Al ir al baño, al cortar leña, a lo más insignificante se imponía un convoy de tropa armada con el cual se abría un tiroteo que terminaba con la satisfacción de la necesidad. Así se vivió en Penonomé durante muchos meses, que pintan de relieve lo que sería el hombre primitivo guiado sólo de los instintos de la naturaleza..."

Entre aquellos numerosos ataques, típicos de una guerra de guerrillas, se cuentan los siguientes: El 10 de febrero la plaza de Aguadulce fue atacada por Lorenzo, pero fue rechazado por la pequeña guarnición. El 17 hubo un pequeño tiroteo en Chigoré donde fueron heridos dos soldados del Gobierno. El 23 choque en El Lirio, de la línea férrea, con una guerrilla de las que continuamente salían a merodear; el mismo grupo atacó a Gorgona; resultado, dos heridos del Gobierno. El 27 el capitán Muñoz tiroteó y desbandó en Corozales la guerrilla que talaba los alrededores de La Chorrera; saldo de los gobiernistas: un muerto y dos heridos. El 9 de mayo, en Las Lajas, asaltaron una comisión a cuya cabeza iba el comandante Vicente Neira, quien quedó herido; otras bajas: muerto un teniente y un capitán y heridos cuatro soldados... "En San Francisco, en Olá, en Natá y en otros puntos, hay tiros, sorpresas, asaltos y por consecuencia muertos que quedan a la intemperie ¡para que los devoren las aves de rapiña! Numerosos son, pues, los encuentros, diario el batallar, cruda la guerra...", según Donaldo Velasco.

CARLOS ALBERTO MENDOZA. Es presidente de la Comisión del Centenario de la República, de la Alcaldía de Panamá. VICENTE STAMATO. Es periodista.

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