DESEMPLEO.

De la guitarra al violín

Antes de partir para un importante cita de amor, la Primera Comunión de mi nieto más pequeño, prometí a Carmencita que dejaría este escrito preparado. Nunca hubiera imaginado que Carmencita, tan pizpireta y "bien conservada" me arrinconaría para contarme, al borde del llanto, lo que le está sucediendo: tiene 43 años, la empresa donde trabajaba se mudó a un país vecino y no consigue trabajo a pesar de su experiencia y de las magníficas recomendaciones de sus jefes. ‘¡Berna, tú que escribes, di algo sobre lo que nos pasa a los viejos, sobre todo a las mujeres!". "Carmencita, no estás vieja, estás fresquita, ni arrugas tienes y te ves guapísima!", le dije. El caso es que a mi desolada amiga la han convencido de que ya forma parte del ejército de desempleados indeseables "por razones de edad".

Cuando veo en los diarios los cientos y cientos de estudiantes que gradúan universidades y escuelas secundarias me digo: "Con tanto joven deseando trabajar por lo que sea, no es difícil suponer que los prefieran a los "viejos". Angustia adicional a la de sentirse discriminados, es que los que la bolsa de trabajo considera "viejos", son adultos que tienen compromisos de familia, hipotecas, deudas, hijos.

Dice Carmencita que están organizando una asociación al estilo de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON), que llamarían Asociación Nacional para la Conservación y Empleo de los Viejos (ANCEV); y copiando "Adopta un árbol", propondrían "Adopta un viejo". Las investigaciones que han realizado los ancianos prematuros indican que el 40% de ellos tiene treintimuchos, el 30% son cuarentones, 20% cincuentones, y del 10% restante no hay datos porque aunque están vivos, se sienten tan muertos que ni responder la encuesta quisieron. Los mayores de 60 años no fueron considerados pues pensar en empleo para ellos es soñar con pajarito preñado y, más bien, lo que necesitan es que les construyan albergues, geronto-comunidades económicas, pues cuando el cheque de jubilación es muy pobre, o ya está copado por los préstamos que pidieron para ayudar a los hijos o los nietos, los miran con mala cara, les bajan la ración de comida, y no faltan los que han ido a parar a la calle.

Según Carmencita y otros dolientes, es un hecho que se considera difuntos laborales a los que cruzan la línea de los 30 y para probar que no exageran, coleccionan anuncios de empleos; las candidatas deben tener entre 18-25 años, buena presencia (forma disimulada para discriminar a las poco agraciadas); deben ser duchas en contabilidad, informática, tener estudios universitarios, disponibilidad (término sospechosamente amplio), experiencia, etc. ¡Casi nada! Los hombres tampoco escapan de la guillotina que les corta la vida por razones de edad; los conductores, mensajeros, cajeros, vendedores y otros, preferidos, son los que no llegan a los fatídicos 30. Con razón los desempleados "viejos" están asustados y los que tienen trabajo, también. Además de ANCEV, un grupo quiere organizar la Asociación de Desempleados Discriminados por la Edad (ASDEDIPORLE), mientras otros prefieren que sea la Confederación Panameña de Trabajadores Ignorados por Viejos (CONPADETRIGPORVI) la que los proteja. Es sabido que en asuntos de asociaciones con nombres largos y siglas a tutiplén, no hay quien se gane a los trabajadores.

No toman en cuenta, dice Carmencita, que antes, en sus tiempos, "una buena arrancada" terminaba a la 1 a.m. mientras que ahora empiezan a esa hora y así, ¿quién puede tener la cabeza clara al día siguiente? Además, la que pasa de los 35 procura no hacerle guiños a la cigüeña lo que hace innecesarias las licencias por maternidad que significan pagar un reemplazo temporal; es poco probable que tengan niños pequeñitos que se enferman a cada rato, que hay que llevar al doctor. ¿No es mejor candidata ella, que una jovencita que se engancha horas en el teléfono cuando está en arrumacos con el enamorado? Y un jovencito al volante, ¿tendrá la misma prudencia que un señor cuarentón? ¿Y no sabrá más trucos para cerrar una venta el vendedor cincuentón que se las sabe de todas, todas?

Uno de los puntos más peliagudos de las reformas al Seguro Social es la edad de jubilación. Me dijo Carmencita: "!Berna, los que quieren jubilación temprana están locos! No saben lo que es quedarse en casa pendiente del mochado cheque de jubilación; la novedad del tiempo libre pasa pronto sobre todo cuando no hay dinero para ir de paseo o de compras, y sólo queda mirar el techo, las pailas o la tele que he terminado detestando. ¡Qué no diera yo por volver a trabajar y quedarme hasta que el cuerpo aguante!". Recomendé a mi amiga una caminata diaria (combate la depresión), hacer trabajo voluntario, tomar un curso de computadoras. No me dejó ni terminar. "Se usar Excel, Word, Internet, fax, y hablo inglés. Mira ve, lo que necesito es trabajo, seguir cotizando para tener derecho al Seguro Social, pero sobre todo, el cheque quincenal". Esta es la queja de Carmencita que, en su frustración personal, olvida que es la misma situación que viven, también, los más jóvenes. El desempleo no ha disminuido y el gobierno aún no ha logrado crear las condiciones que favorezcan la generación de más empleos. Ya deben haberse dado cuenta de que "Una cosa es con guitarra, y otra cosa es con violín".


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