Por Jorge Ventocilla Instituto Smithsonian
Seguramente ha visto alguno en el jardín de su casa o en el parque, caminando encima del suelo, bajo troncos o entre la tierra. Parecen casi como gusanos duros de cuerpo aplastado. Su cuerpo se divide en una cabeza y una larga fila de segmentos. Los ciempiés (Chilipoda) tienen un par de patas por segmento, y los milpiés (Diplopoda) dos pares de patas por segmento; esta es la diferencia.
Los ciempiés tienen pinzas venenosas y algunos pican causando un dolor como de picadura de avispa. Los milpiés no son muy ágiles, caminan más lentamente pero tienen mucha fuerza para abrirse paso entre la tierra suelta o el humus. Huyen de la luz y no son venenosos, para defenderse algunos se enrollan como una pelotita, otros sueltan una secreción repelente.
Los ciempiés son bastante rapaces, comen bichitos pequeños que capturan con sus pinzas venenosas. En el bosque existen algunos que pueden comer sapos o serpientes pequeñas. Los milpiés son más bien herbívoros y a veces se comen un caracol, una lombriz o algún insecto, pero ya muertos.
Estos animales se reproducen por medio de huevos, poniendo entre 10 a 300, según la especie. Los depositan directamente al piso o en madera descompuesta. Otros construyen nidos en forma de copa donde colocan uno o más huevos; muchos milpiés hacen nidos así. A veces la hembra se queda enrollada alrededor del nido durante varias semanas.
Hay 3000 especies de ciempiés descritas en el mundo entero. El más grande vive al norte de América y mide 30 cm de largo. Se llama Scolopendra gigantea. En cuanto a milpiés, unas 8000 especies distintas.