El hábito para ordenar, limpiar y disponer los desechos forma parte de la cultura de los pueblos. En este aspecto, el municipio debe jugar su rol, por ser el interlocutor válido y por tener los espacios y las estructuras para elevar el nivel cultural de la comunidad. El municipio no debe interpretar su misión solo como prestador de servicios, los ciudadanos exigen una transformación en derechos ambientales, urbanos, sociales y culturales.
Los problemas de las ciudades no se generan por combustión espontánea, generalmente responden al proceso genético de crecimiento poblacional, a la improvisación, inexperiencia, falta de planificación, indiferencia de las instituciones o a la falta de voluntad.
En 1991, cinco representantes fuimos invitados por la Fundación Konrad Adenauer para conocer las soluciones que los ayuntamientos ofrecían a las ciudades alemanas. Los lander (estados) ubicados a lo largo del Rin decidieron convertir la cloaca que era en un río con peces y sin pestilencia y lo lograron. Las aguas residuales pasan por plantas de tratamiento y se remiten a los cauces con un 95% de potabilidad. Vidrios, papeles, cartones y plásticos se recogen en contenedores en días diferentes. La palabra vertedero desaparecerá en 2020. El pedido de los ciudadanos es estricto y legal, 82 millones de personas se han puesto de acuerdo para el manejo eficiente de sus desechos.
Los países desarrollados han encontrado modelos probados que debemos copiar. En el estado de Oregón, Estados Unidos, se inició en 1971 una campaña para el control de la basura mediante una ley que creaba un depósito reembolsable para envases plásticos, vidrio y latas, que representaba el 40% de la basura en las vías. Ocho años después, se redujo al 6%.
En Suiza (qué coraje la comparación), por su alto nivel de escolaridad y la disciplina de ocho millones de habitantes, se recicla el 70% del papel, el 96% de vidrio y el 75% de envases plásticos. De este total, 2.5 millones se transforma en 275 mil camisetas y 39 mil sacos de dormir. En Berna, las bolsas deben llevar una calcomanía, sin ella no se recogen. El papel se recolecta gratis, y se multa a quien tire colillas, chicles y no recoja las heces de su mascota. Los vertederos almacenan los desechos clasificados por pocas horas, luego los envían a incineradores que los convierten en electricidad para 250 mil hogares. Lo reciclable no se quema. En China se instaló un sistema de reciclaje en las estaciones del Metro, una máquina que recibe envases plásticos o de lata limpios y devuelve un billete válido para el transporte. En Singapur, ciudad con que pretende comparar a Panamá, los chicles y las drogas están prohibidas. En Canadá, los residuos orgánicos hogareños se destinan para composto o se deshacen en trituradores instalados en fregadores.
A pesar de los esfuerzos de tantos países, los seres humanos hemos convertido los mares en vertederos, 8.4 millones de toneladas de basura por año forman islas o se van al fondo del mar, afectando las especies marinas (La Prensa, 24/5/2014).
En Panamá, el proceso de reciclaje empezó en 1990, a iniciativa de Julio Rovi, jefe de la Dirección Metropolitana de Aseo (Dima), con campañas desde las escuelas. El proceso se interrumpió por falta de recursos en la Dima y el cambio de director. Rovi ha seguido promoviendo la necesidad del proceso.
Según Martes Financiero (6/5/2013) actualmente se hacen esfuerzos con planes permanentes de empresas, fundaciones, grupos y colegios que han logrado negociar material reciclable en Panamá y en el extranjero.
Entre ellas menciona a la Fundación Acción Social que recibe en su centro de acopio, en Ciudad del Saber, a un promedio de 50 empresas por mes que donan material reciclable. Explica que Tetrapak, con presencia en 165 países, recicla el 7% de ese material en Panamá. La empresa Kimberly-Clark lo exporta a El Salvador. El 93% se pierde. No es fácil su retorno; Recimetal S.A. recicla 2 mil 800 toneladas al mes en 16 centros, 95% se exporta, 5% lo asume la Papelera Istmeña, mientras que la Cervecería Nacional reutiliza el 90% de sus desechos, solo envía 10% al vertedero.
Basura Cero, Fundación de Ancón, BID y el Instituto Tecnológico de Massachussett impulsan programas de reciclaje en las islas de Guna Yala; la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación hace lo propio en cinco escuelas de La Chorrera; la comunidad de Mocambo Abajo organiza una cooperativa; supermercados, medios de comunicación, TVN y La Prensa tienen programas permanentes.
Los ciudadanos de la metrópoli conocemos la experiencia y la trayectoria de las dos B (Blandón-Banfield), así que este importante distrito alcanzará su meta. La comunidad nacional está llamada a demostrarle a las autoridades su decidida disposición para eliminar el problema de la basura, lo que debe empezar en los hogares y en la comunidad. Junto a los municipios hay que planificar y coordinar las acciones con las escuelas, que realizarán su misión como facilitadoras. ¿y tú, qué haces?
