La reciente crisis en este país me ha devuelto cosas a la memoria. Saturado de lo que leo en ciertos diarios y lo que escucho en ciertos programas de "opinión", no sé porqué se me ha dado recordar la porquería que asoma aún en los barrios humildes de mi natal Colón, tan pronto las cloacas se tupen en medio de una tormenta. Aparte de desagradable, la hez que reflota es siempre variopinta e inesperada. La carroña intelectual y moral que ha asomado en este país, luego de estos días de crisis, no hace más que llenarme de disgusto y malos recuerdos, enfermándome el estómago.
Un fenómeno patético pero muy sintomático ha sido el resurgir del lenguaje contumaz del macartismo. Por parte de algunas conspicuas personalidades que detentan hoy día el poder en Panamá, hemos oído acusaciones descabelladas de toda clase, todas muy lamentables e igualmente inverosímiles: "Atentan contra el orden constituido", "impulsan agendas desestabilizadoras", "anarquistas" y otras dos perlas que escuché hace un par de días:
"Terroristas" y "espías". Si no estuviera seguro de que este es el año 2005, pensaría que escucho un discurso emitido desde la sede de la policía política de cualquier república bananera, regentada por gorilas militaroides, en los años 70.
Lo patético es que muchos de estos florilegios vergonzantes han salido de la boca de apóstatas ideológicos. De gente que hace quince años atrás (algunos, hasta hace muy poco inclusive) hacía teatrales profesiones de fe izquierdista. De sujetos que justificaron y participaron de la infame represión generalizada que se vivió en este país, especialmente en los últimos días de la aciaga dictadura norieguista. Pero el mundo es así, supongo... Los secretarios generales del comunismo son hoy los grandes millonarios de Rusia. Acá, los nuestros, son ahora fervientes adalides de la democracia representativa y viven preocupados por la libre empresa. Con razón dice un refrán muy certero que "...No hay peor fanático que el último de los conversos...". ¡Qué feo! ¡Qué triste!
El segundo fenómeno que hemos visto reaparecer es la intolerancia oficiosa, una lacra muy casada al anterior fenómeno. Pero acá, esto ha tomado la forma de presiones abusivas en contra de la libertad de expresión. De exclusiones. De persecuciones. De censura selectiva. De satanizaciones y de descalificaciones hacia el contrario. De la reaparición de listas de innombrables, de indeseables y de apestados. Otra vez, el espectro de la mano peluda y del poder que le sustenta. Otra vez, el deja-vú de épocas que este país ha debido haber enterrado para siempre. No sólo por lo inaceptable que es vulnerar este derecho humano fundamental, sino también por el silencio hipócrita de más de cuatro políticos tartufos, acostumbrados a confundir al público entintando periódicos con alelasones y bochinches, mientras el país se desgarra.
Un tercer fenómeno ha sido la reaparición vigorosa del "New Speak", en la parla oficial. Orwell estaría orgullosísimo al ver cómo hemos desarrollado este código de contrasentidos, de mentiras descaradas, de frivolidad cínica. Basta ver las declaraciones, las amenazas de los sicarios intelectuales, las premoniciones catastróficas, en fin... Tal como describía Orwell en su ensayo "Politics and the English Language", en Panamá hoy día hablamos en "New Speak". Como muestra un botón: el lenguaje para referirse a los actores de la presente crisis y a sus posiciones está repleto de metáforas oscuras y amenazantes, de una retórica pretenciosa y de bastante palabrería sin sentido. Si no me creen, examinen las primeras planas de las últimas dos semanas.
El último fenómeno que me preocupa es la proliferación de cierto tipo de sujetos que el periodista español Más de Xaxás (La Vanguardia, Barcelona, 21/06/2005) llama lapidariamente el "bulchiteador". Creíamos que esta especie se había extinguido con la desaparición de ERSA, pero no. Cual mala hierba rediviva, ha vuelto y viene campeando por sus respetos. Este autor retrata con ácida fidelidad a muchos columnistas y comentaristas locales, que no son más que simples bulchiteadores. No obstante la presencia de algunos pocos buenos periodistas y de gente que aún escribe con sensatez, muchos de nuestros diarios y programas "de opinión" están hoy repletos de estos gacetilleros, de mercenarios factotums, de escribidores devenidos en expertos todólogos, gente sin mayor ejecutoria que su larga lista de adulaciones acomodaticias y de divagaciones zigzagueantes, muestrario de la miseria moral de cierta cohorte oportunista, pseudocrítica y supercómoda, que nunca se ha mojado los pies comprometiéndose con nada más que con su propia hambre de notoriedad y sus propios intereses. Ahora, se erigen en pontífices espurios de la opinión pública, tupiendo columnas de diarios, las ondas del éter y hasta el internet, con su superficialidad y su charlatanería.
Vergonzoso es ganarse antesalas en palacio mediante la vesania, la maledicencia contratada y la no muy bien disfrazada adulación al poder. Qué innoble es dedicarse a ganar notoriedad así, propagando innuendos, fabricando causas escandalosas y diversionistas o abusando ensañadamente de los más débiles y metiéndose con quienes saben que no les responderán. ¡Qué repugnante! ¡Qué asco! Lo único que me reconforta es saber que, parafraseando a Allen Ginsberg, este país perdurará, no lo dudo. Peores predicamentos hemos sabido sortear, con la ayuda de Dios y el vigor y la voluntad de nuestros conciudadanos honestos. Definitivamente, Panamá perdurará, a pesar de tanta escoria maloliente.
