¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿Cuál es mi verdadera esencia? ¿Por qué soy virtuoso y defectuoso a la vez? Este es el mundo de la especulación que se abre frente a los conflictos que se generan a raíz de las acciones humanas que no alcanzamos a explicar. ¿Por qué el hombre que dice que ama, odia a la vez? ¿Por qué el hombre recto, honesto, responsable, sucumbe ante la influencia de las circunstancias? ¿A quién culpar ante un hecho criminoso cometido por un ser humano determinado?: ¿A la autoridad de policía, al juez, a la sociedad?
En definitiva, el ser humano es un cúmulo de circunstancias: sociales (económicas, políticas, costumbres, familiares, valores), sicológicas, siquiátricas, biológicas, por ello se habla del ser biosicosocial, para significar la estructura de la que estamos hechos.
La razón, por la que el hombre delinque, ha sido objeto de teorización a lo largo del tiempo. Así, el análisis criminológico habla de factores que afectan, en determinados individuos, su conducta: factores internos: anomalías anatómicas, traumas, disfunciones glandulares; factores externos: socialización, aculturación, sistema familiar (creencias, economía, valores).
Por otro lado, se intenta explicar la actitud delictual del individuo a partir de la existencia de algunos síndromes, de trastornos, de desviaciones y disfunciones, entre otros.
Otros estudiosos de estos temas argumentan que la causa del hecho criminal está en los trastornos de la conciencia, de la afectividad, de la conducta, en los trastornos obsesivos–compulsivos y de las sicopatologías sexuales.
La razón de este planteamiento está en que siento verdadera preocupación cuando escucho que a la hora de analizar y sobre todo buscarle solución a los casos de uxoricidio y maltrato doméstico o violencia contra la mujer, veo que se sesga la reflexión y se tiende a culpar a quienes no tienen incidencia en el hecho criminoso. En base a esto, quiero hacer una serie de interrogantes, que considero nos llevarían a establecer alternativas de solución a este dilema: a la futura esposa o víctima: ¿Con quién me caso? ¿Conozco realmente a esa persona que me dice que me ama? ¿Desde qué momento percibí actitudes maltratadoras en mi pareja? ¿Cuáles son sus costumbres y sus ideas con relación a ser esposo? ¿Por qué insistí en casarme con alguien que desde el inicio de la relación era obsesivo, machista e inestable? ¿Por qué ante el problema nunca asistí al psicólogo o consejero familiar? ¿Por qué insistí en convivir con quien me maltrataba diariamente?
A la institución que debe velar por la familia: ¿Cómo ha tratado de minimizar las acciones violentas contra la mujer? ¿Creen realmente que una ley cambiará la manera de actuar y pensar de un machista, de un trastornado? ¿No creen que les falte más docencia pública? ¿A dónde y cuándo hacen docencia?
A los medios de comunicación social: ¿Ustedes están convencidos de que su misión solo es pasar cintillos y uno que otro anuncio contra la violencia doméstica? La radio y la televisión ¿por qué no se unen y hacen programaciones semanales –en cadena– sobre este tópico? La televisión tiene programas de debate –que dicho sea de paso ya se hacen aburridos– cambien una vez a la semana a documentales sobre la violencia contra la mujer. Todas las caras femeninas de la televisión y radio ¿Por qué no se unen en una cruzada permanente de docencia contra las costumbres y formaciones machistas?
Al Ministerio de Educación: ¿Qué tipo de ciudadano estamos formando? ¿No creen ustedes que incluyendo desde la educación inicial materias como religión, valores, urbanidad, ética, derechos humanos, estarían contribuyendo con esa sociedad que todos queremos? ¿Cómo quieren formar al buen ciudadano? ¿Dónde están los gabinetes psicopedagógicos? La misionalidad de los departamentos de orientación en las escuelas ¿Cuál es? ¿Dónde está la educación integral?
Las confesiones religiosas: Comprométanse más con esta sociedad, ya dejen los discursos casuísticos medievales a un lado. ¿A dónde se ha quedado la docencia de sacerdotes y pastores? Ustedes reúnen a miles de creyentes diariamente en sus cultos, aprovechen la oportunidad y eduquen ¿Saben ustedes cuántos creyentes suyos maltratan a sus esposas y luego comulgan, se confiesan y asisten a cualquier cantidad de retiros y son asiduos asistentes a sus ceremonias religiosas? Ya dejen de utilizar los medios de comunicación y homilías o sermones para embotar la mente de sus fieles pensando en una patria futura mientras su diario vivir es un infierno. Alas organizaciones, movimientos, alianzas defensores (as) de la familia: Ya dejen los discursos acusativos y de endilgar culpabilidades y visiten escuelas, iglesias, o cualquier lugar donde se reúnan humanos y hagan docencia ¿Ustedes están convencidas (dos) que culpando a autoridades de policía, jueces, alcaldes, fiscales, terminarán con el problema? Utilicen los medios de comunicación no para hacer publicidad, sino docencia permanente. A todos los ciudadanos y ciudadanas de este amado país, hagamos lo que cada uno tiene que hacer: Hablemos con nuestros hijos e hijas, con nuestros amigos (as) y cambiemos la forma de pensar y, por lo tanto, las actitudes, busquemos la ayuda a tiempo, luchemos por cambiar costumbres y entonces estaremos logrando al buen ciudadano. Señores, esto es más complejo que un esposo celoso, obsesivo y que una autoridad que posiblemente no supo aplicar la norma, ni tampoco se solucionará con una caminata cada año y de media hora, ni mucho menos de revanchismos, es cuestión de reeducación y de cambio, tanto de hombres como de mujeres. ¡Todos juntos por un hombre nuevo, limpio y renovado!